El santuario de la Virgen de Alba bien se merecía alguna imagen televisiva
Según datos de LA NUEVA ESPAÑA, las etapas asturianas de la Vuelta a España han sido las más vistas por TVE. Quienes han seguido estas etapas habrán podido ver y contemplar la hermosura grandiosa de esta bendita tierra, sometida al capricho de unos políticos que en dos horas de reunión no son capaces de llegar a ningún acuerdo para pactar el día y la hora de un Pleno.
Los finales de Sotres y del santuario de Alba han quedado grabados para siempre en la retina de los ojos: ¡cuánta belleza y grandiosidad únicas! Los que hemos subido a pie el 15 de agosto al santuario de Alba, animados por esa gran persona y apóstol de Alba, José Canteli, durante mucho tiempo profesor singular por su entrega y dedicación en la Universidad Laboral, sabemos de los duros repechos que hay que superar para llegar al santuario de la Virgen. Ciertamente, el santuario de Alba es pequeñín por sus dimensiones físicas pero inmenso por la fe de los muchos asturianos que lo visitan. Pues, bien, este santuario que otea las cumbres del concejo de Quirós y que fue visitado en su niñez por nuestra más universal santo y mártir, San Melchor, no mereció que ninguna cámara, de las muchas de televisión que transmitían la etapa, se fijara en él, ya que desde la Peña de Alba, a sus 1.600 metros, se otea uno de los municipios más montañosos de Asturias. La erección de este singular santuario data de 1581 gracias a una bula de San Pío V, dominico como tantos grandes teólogos, filósofos y biblistas asturianos que han dado lustre a la Orden de los Predicadores (OP).
La historia de este santuario ha unido la realidad histórica y la leyenda piadosa, según el historiador Fernández Álvarez en su obra “María en los pueblos de España”, de obligada lectura.
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