En memoria de Francisco Rivera Pérez Paquirri
El día 2 de agosto de 2015, en el programa “Qué tiempo tan feliz” (Telecinco), la presentadora (Sra. Campos), en una de sus intervenciones, abordó la figura del torero Francisco Rivera Pérez “Paquirri”, comentando que el diestro no estaba en su mejor momento cuando fue corneado por el toro en Pozoblanco (Córdoba).
En defensa de este popular y querido matador de toros voy a exponer una serie de cualidades que ensalzaron su figura profesional en todo momento a lo largo de su dilatada vida taurina:
1.º) A Paquirri nadie le regaló nada. Empezando desde abajo y con humildad, sacrificio, austeridad y su buen hacer, llegó a ser el número uno durante varias temporadas.
2.º) Y cuando no era el número uno, se encontraba en los primeros puestos del escalafón.
3.º) Como buen profesional, se preparaba a fondo tanto física como mentalmente, concentrándose en su finca “La Cantora” para encarar cada temporada.
4.º) Su habilidad en la suerte de matar convirtió muchas corridas en tardes de triunfos. Como testigos mudos y sonoros están todos y cada uno de los trofeos, ovaciones, etcétera, que fue cosechando.
5.º) El percance que tuvo en Pozoblanco le pudo haber ocurrido en cualquier coso, dado que los toros embisten lo que encuentran a su paso. En estos casos no existen plazas de toros ni de primera, ni de segunda, puesto que sólo existen toros. No quiero que se confunda a la opinión pública dando a entender sutilmente que el percance le ocurrió en Pozoblanco porque se encontraba en su declive. Él acudió a esa localidad por amistad con el empresario de dicha plaza, porque su arte era seguido con expectación por la afición de allí; por cierto, afición que sí es de primera división.
6.º) A Paquirri no lo mató un toro, murió por falta de medios. De todos era sabido que por aquel entonces la normativa en materia de enfermería para las plazas de toros era bastante permisiva (posteriormente se legisló de otra manera) y a esto le tenemos que sumar una concatenación de decisiones. Lo único que sé es que él se murió.
A D. Francisco nadie le puede quitar la categoría que ha tenido, tiene y tendrá como uno de los grandes toreros que ha dado España. Las próximas generaciones de toreros tendrán que mirarse en este espejo y recordar que sin sacrificio no existe la gloria.
Murió haciendo lo que mejor sabía hacer (torear). El toreo no solamente era su profesión, era su vida, y a dicha profesión se consagró en cuerpo y alma hasta el final. Y por encima de todo ello amaba al toro y lo que éste representa. Llegados a este punto, ¿quiénes somos para criticar negativamente la labor profesional de este señor? Curiosamente, lo hacen quienes nunca se pusieron delante de un toro.
D. Francisco ha pasado a la historia de la tauromaquia española; para otros, el pueblo, la gente sencilla de este país, no tendrá memoria. Lo que les puedo decir es que a él siempre se le recordará por ser Paquirri un torero de los pies a la cabeza y no por aspectos concernientes a su vida privada. El próximo 26 de septiembre del presente se cumplen 31 años de la desaparición de este gran torero. Donde quiera que esté, descanse en paz.
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