Aller y Pidal

20 de Septiembre del 2015 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Don Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, poeta, deportista, cazador y político, tenía una especial querencia por Aller, sobre todo por su parte alta, como Felechosa, Conforcos, Casomera y todo su entorno de montañas y bosques. Porque en ellos abundaba la caza mayor y menor, y la "asesina" escopeta era su gran pasión, que repudiamos los que amamos la montaña y toda su fauna. Lo que suponía Aller para Pidal lo dejó bien demostrado al mandar construir en Felechosa un gran edificio, tipo refugio, en cuyo centro había un salón enorme en donde celebraba sus cazatas con unas cuchipandas que compartía con todos sus paisanos amigos.

Con la conquista y ascensión al Pico Urriellu (Naranjo de Bulnes) con Gregorio "El Cainejo", en 1904, fue el propulsor del alpinismo en España, lo que es justo y obligado reconocerle y recordar. La pena fue que no siguiera utilizando la cuerda que adquirió en Londres para su proeza alpina y siguiera con su escopeta matando animales indefensos. Bueno, el oso no lo era, y alguno cazó en los montes alleranos. Muy cerca de Conforcos cazó una vez uno, que a poco estuvo de acabar con la vida de Pidal. Así me lo contó, en 1941, Jesús Armelles, de los Argüelles de la Pandiecha, que acompañó a Pidal en muchas cacerías. "Saliónos de repente el osu detrás de un matorral y don Pedro disparoi a quemarropa los dos tiros de la escopeta, y los dos cayeron al suelu. El osu muertu y don Pedro, con la zamarra destrozá de un zarpazu que diba de arriba abaxo". Jesús Argüelles, como tantos otros, fue un gran paisano de la aldea allerana, buen conversador, culto, que vivió largos años, pero a última hora completamente ciego. Bueno, su cultura procedía del Seminario de Oviedo, pues como él decía: "Nun taba escrito que yo fuera cura y sí un home casáu con un montón de fíos".

Don Pedro Pidal fue un personaje muy peculiar, fogoso, valiente y temerario, como demostró en su conquista del coloso Bulnes, anticipándose y evitando así que lo hiciera un extranjero, que ya merodeaba por allí. En el terreno político, como diputado, Pidal fue un vehemente y fogoso defensor de Asturias en el Congreso, en Madrid, con una oratoria asombrosa. Don Pedro Pidal fue un hombre excepcional, un luchador nato, que amaba la montaña –"...ella es algo así como mi propia vida"–, en la que hoy descansan sus restos. En el mirador de Ordiales, en el corazón de sus Picos de Europa. Allí lo llevamos unos montañeros, en 1949. Cumplimos su deseo, pues así lo había dispuesto él.

Sí, Pidal tenía una gran predilección por las montañas de Aller, sus aldeas y sus gentes, y como era también un amante y defensor del medio rural asturiano, por eso lo recordamos hoy aquí.

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