Con don Gabino Díaz Merchán
No quiero que pase este mes de septiembre de 2015 sin que, modestia aparte, anecdóticamente no recuerde a don Gabino Díaz Merchán, cumpleañero del 89 "primaveras" bien vividas y 50.º aniversario de su ordenación sacerdotal, cuando hace treinta y cuatro años lo conocí y estrechara su tibia mano por primera y única vez, así como el reflejo de su grata sonrisa, todo ello de manera improvisada en la Corrada del Obispo, como bien se puede leer en las páginas 186-187 de mi libro "Rubén Darío, siempre. Semblanzas culturales. Un ateneo en Matagalpa (Nicaragua)", por lo que no deseo repetirme en estas breves y cordiales notas, pues mi intención es sólo adicionarme al sincero sentir de sus compañeros religiosos que viven al servicio de Dios y de todos los humanos semejantes.
Y es que qué más se puede añadir a lo expresado escritural y periodísticamente, tanto en LA NUEVA ESPAÑA y otros medios comunicantes, como, por ejemplo, entre otros, lo que escribe al respecto mi admirado amigo, mierense universal, padre Ángel; el reverendo Javier Gómez Cuesta, el honorable religioso Javier Fernández Conde; el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, siempre en las Asturias recordable, al que sucediera con altas notas incuestionables don Jesús Sanz Montes... ¿Qué más se podría decir, si son historia viva todos ellos, de una preocupante religiosidad y positiva ayuda a todo aquel que a sus puertas toca?... Sí, han pasado 34 años de cuando conocí a don Gabino con el objeto de cumplir un encargo, era nada más que el saludo de un condiscípulo suyo de apellido Cuevas, humilde misionero, refugiado como servidor y con peligro de sus vidas en el Ateneo metagalpense, cuando la guerra fratricida sandinista... Felicidades, don Gabino, no está lejos la centuria para que se desdibuje una sonrisa y su mirada franca.
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