Al servicio de oncología del HUCA: ¡gracias!
El día 27 de agosto falleció mi madre. Se llamaba Juana. Nos dejó demasiado joven, con apenas 65 años recién cumplidos, con una vida llena de planes y de ilusiones. Demasiado pronto. Un cáncer de ovario se la llevó tras dos años de lucha incansable, dura, tenaz. Perdió la batalla. En esos dos años de angustia, de progresos y de recaídas hemos tenido el honor de encontrarnos con profesionales de la salud con mayúsculas. Ahora que ella ya no está, que ya no vale la pena intentar nuevas alternativas de tratamiento, es hora de reconocer la labor de todos ellos. Hacerles un reconocimiento público es lo mínimo que se merecen después de tanto apoyo, de tanta cercanía, de tan buen trato... de poner la mejor cara y el mejor gesto mientras pasan su día a día inmersos en la miseria que rodea al cáncer, en la dureza de la enfermedad y sus daños colaterales, rodeados de tanto sufrimiento. Gracias al equipo de la doctora Vega y la doctora Gómez, del servicio de gineoncología, que desde el primer minuto animaron a mi madre en su lucha y la hicieron sentirse acompañada. Gracias a la doctora Palacio, que llevó su caso desde el primer día, que apostó por ella y le regaló un año largo de felicidad. Que cuando las cosas comenzaron a torcerse siguió apostando por ella, aplicándole todos los tratamientos que estaban a su alcance, sin escatimar medios, porque como bien dijo "la veía una mujer tan plena, tan llena de vida que había que intentarlo todo". Gracias al personal del hospital de día, que hicieron que las largas sesiones de quimio fueran menos penosas; a las enfermeras de consultas de oncología, que jamás pusieron trabas a las consultas telefónicas sin cita previa. Esa accesibilidad cuando convives con un cáncer no tiene precio. Gracias al personal de urgencias, que en su último ingreso el 7 de agosto la trató con la profesionalidad cercana que se merece un enfermo terminal que se aferra a la vida. Gracias a la doctora Sara Fernández Arrojo, oncóloga de guardia, que se interesó posteriormente por ella tantas veces en planta, que empatizó con ella y con nosotros, que nos escuchó y nos atendió, consciente de que nuestra madre estaba en sus manos. Mil gracias, Sara. Gracias al cirujano que se sentó en la cama de mi madre y la escuchó, y entendió su cansancio ante la lucha y después le dijo que harían todo lo que estuviera en sus manos. El mismo cirujano que tres días más tarde se sentó con nosotros como uno más de la familia para decirnos que no había nada que hacer. Qué hombre, qué capacidad, qué cercanía, cuantas tablas. Gracias a los oncólogos de planta. Me quedo sin palabras para poner nombre a tan buen saber hacer. Gracias al doctor Alfonso Revuelta, que quiso intentarlo todo porque confiaba en las posibilidades de mi madre. A él y a su compañera Marta, que cuando las cosas vinieron mal dadas nos tendieron la mano y nos ofrecieron apoyo en el peor momento de nuestras vidas, que hicieron que el sufrimiento fuera el menor posible para todos, fundamentalmente para ella. Que nos acompañaron hasta su último respiro. Mil gracias, Alfonso; mil gracias, Marta. Y por último, gracias al personal de la séptima planta. A las y los auxiliares, a los enfermeros y enfermeras, que, aun con una carga de trabajo enorme, atendieron con mimo a mi madre. Nunca un mal gesto, por más que las bombas pitaran, a cualquier hora del día o de la noche, por más que trabajaran sin descanso. Siempre un trato especial. Gracias al enfermero que nos acompañó la tarde de su fallecimiento. A él acudí como quien llama al vecino cuando ve que su madre ya no respira. Y ahí estuvo rápido, cariñoso, empático hasta un nivel que no va en el sueldo. Gracias a la auxiliar que lo acompañó y preparó a mi madre antes de irse. La misma que me dio un abrazo y me dijo "lo peor empieza ahora, cariño". Sabia mujer. Gracias a todas las personas que trabajáis en la planta de oncología. Vuestra labor es impagable. Y gracias a todo el personal sanitario que, de una u otra manera, nos acompañasteis a lo largo de estos dos años de dura batalla contra el cáncer.
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