¡Por Catalunya!
Uno de los mejores estilos arquitectónicos del país se encuentra en Cataluña, no sólo por Gaudí, sino también por el Románico. Podemos añadir las gargantas de Gerona en dirección a Francia, los Pirineos, la Seu d'Urgell, las plazas de Tarragona y el ambientazo de Barcelona, su amabilidad, el cariño con el que te acoge. Cosas magníficas todas ellas. El nivel de esquí de los clubes de la zona, y si incluimos ciertos platos de comida, la calidez de sus gentes y lo increíble de la Costa Brava, pocas cosas más se podrían desear. Me hubiera dolido mucho que antaño, por tiempos de Fernando VII y Napoleón, nos hubieran cambiado Portugal por la región del Ebro.
Naturalmente, tiene Cataluña una historia, cultura y dialecto propios, un carácter propio. Tanto como el resto de regiones de nuestra geografía. Ni más ni menos. Todas y cada una apreciables y apreciadas como se merecen. Pero se puede ir más allá. Se puede fomentar esa cultura, hay que darla a conocer, cultivarla, mantenerla y conservarla. Se puede ser consciente de que en España somos diecisiete culturas diferenciadas y desarrolladas con un nexo común. Yo las quiero juntas, quiero Cataluña con nosotros, al igual que Madrid y Extremadura. No quiero que perdamos esa perla del Este. Si se nos van, perdemos todos. Si se sienten especiales, tratémosles como se merecen, con cariño.
Hay dos millones de personas que salen a la calle a manifestarse por la Diada. La mayoría aplastante que dicen los más estúpidos me la paso por el forro, ya que hay más de seis millones que se quedan en casa. Desearía que esos siete millones de ciudadanos salieran a festejar el día de Cataluña y sus tradiciones, sin connotaciones políticas, sin seguir a un hombre cegado por un objetivo personal, que no puede ver más allá de la derrota del Gobierno.
Un hombre que quiere acercar el problema catalán a la Unión Europea. ¿Qué problema? Ninguno. Hace sonar el tema a bombo y platillo, siguiendo su propio fin, contra el Gobierno nacional, contra todas las leyes establecidas, contra la Constitución. No acerca la cultura catalana a la Unión, sino que expone la ilegalidad de sus actos ante 700 millones de personas. ¿Y vamos a darle la razón? ¿Vamos a dejar que nos represente en Europa alguien así?
Si esta persona realmente amara su tierra, se ocuparía en dar a conocer su cultura, sus costumbres e invitaría a todos a pasar por sus costas y montes, a visitar sus fantásticos museos y a rodearse de sus amables gentes. En lugar de ello, basa la victoria catalana en una afrenta personal contra el Gobierno, para poder decir que se ha salido con la suya haciendo lo más grande que nadie ha hecho en los últimos tres siglos: romper España. ¿Por qué no incrementar el turismo, la industria, las artes y las ciencias? Por ejemplo.
Otro dato acorde con estas atrocidades es que hay muchísimos expatriados que se han esforzado en hacer su vida mejor, en hacer el mundo más pequeño, amantes de los aspectos positivos de la globalización. Estudiando allí y trabajando allá. Será gente bien formada, pero no se trata de gente cultivada. Una persona medianamente inteligente hablaría de lo que le une a Europa, a España, en que se basa su historia, dedicaría su tiempo a ilustrar, a enseñar, a promocionar su tierra a los foráneos en el país que habita, sin meterse en camisas de once varas, que mientras siga viviendo fuera realmente se la sopla. Me encantaría que me llegase un catalán y poder comparar las costumbres de su tierra con la mía, aprender el uno del otro, compartir y disfrutar.
Tenemos un hilo común que nos une. No os arrepintáis cuando os lo corten. No dejéis que nos separen. No sigáis a una persona así. Por favor.
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