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Crónica de un enfrentamiento anunciado

25 de Septiembre del 2015 - José Antonio Colao Álvarez (Oviedo)

Si se nos acercara un ladrón a una distancia prudencial y nos amenazara públicamente con robarnos la cartera, lo más sensato sería tomar medidas inmediatas disuasorias: avisar a un agente de la Policía para que lo detuvieran, aprovechando el testimonio de los testigos. Lo raro sería contestarle, también públicamente: mire usted, amenáceme lo que quiera con robarme la cartera, que mientras que no lo intente, no pasa nada; cuando lo intente, tomaré las medidas legales que me protegen. Pero más raro sería que ese ladrón se fuese aproximando a nosotros poco a poco y manifestando abierta y públicamente que nos va a robar la cartera, hasta tenerlo casi encima de nosotros. Y nosotros, con testigos y la ley de nuestra parte, no hacemos más (cuando ya solamente nos falta que nos metan la mano en el bolsillo) que advertir al ladrón que si intenta tocar la cartera haremos uso de toda la fuerza legal que nos asiste.

Ahora bien, cuando el ladrón intenta ya definitivamente echar mano a nuestra cartera, ¿qué pasará?, ¿nos dará tiempo a usar la fuerza legal que nos asiste? Más bien nos veremos obligados a repeler la acción si no queremos vernos privados de nuestros bienes legítimos, con peligro de no poder recuperarlos después de perdidos, incluso mediante la ley que nos asiste. Pero llegados a este punto, ha estallado ya un conflicto en el que hay un forcejeo con posibles daños físicos y con la consiguiente intervención de las autoridades, que no hemos querido llamar a tiempo y que, ahora, ante el flagrante conflicto, se personan por su cuenta.

Más o menos, valga esta historieta para lo que está pasando en España con Cataluña y los independentistas. El Gobierno del Estado español se niega a actuar ante la escalada de amenazas cada vez más provocativas, extremistas y descaradamente independentistas del Gobierno autonómico de Cataluña. Se ampara en que son meras manifestaciones verbales y actos sin valor legal alguno. Que si se atreven a transgredir la Constitución española entonces actuarán con todo el peso de la ley. Pero, siguiendo con el símil, no equivale a decir ¿que actuarán cuando les cojan la cartera para intentar robársela? ¿No puede ser muy tarde? ¿No se puede dar una situación de hecho? ¿Si el Gobierno catalán declara la independencia, no puede ser ya irremediable? ¿No pueden los independentistas echar a sus gentes a la calle obligando al Gobierno central a declarar el estado de excepción con el riesgo de desobediencia y de un conflicto que va más allá de lo que queremos imaginar? Por si fuera poco, los radicales del País Vasco y ETA están al acecho esperando a ver qué pasa con Cataluña, si es posible el camino político para sus fines. Si se viese abortado a estas alturas es impensable lo que pudieran hacer los que llevan mil muertos a sus espaldas.

Y es que tratamos con unos ladrones que no les ha importado venir diciéndonos alto y fuerte y públicamente que nos van a robar la cartera y no hemos obrado en consecuencia (detenciones de líderes, ilegalización de partidos...). Con lo que nos vemos abocados a la crónica de un conflicto anunciado.

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