De piel de toro, a piel de conejo
Estoy redactando esta carta, justo el sábado 26 de septiembre, día de reflexión en las elecciones al Parlamento de Cataluña y, por tanto, nadie sabe aún el resultado de las urnas del domingo 27 de septiembre.
Lo que si me atrevo a decir, es que sea cual sea el resultado de dichas elecciones, la perdedora en las mismas será España. Desde la transición política hasta nuestros días, los distintos gobiernos de ámbito nacional habidos en España, en mi opinión, han demostrado una candidez y hasta un pasotismo con el tema catalán, que ahora resulta ser una especie de tren que hemos perdido o dejado pasar, pero sin que podamos esperar que en corto plazo vuelva a pasar otro.
El primer error y quizás el mayor de todos, fue según mi humilde opinión- el concederles transferencia en materia de educación. Estos señores que gobiernan allí (perdón, quise decir desgobiernan), desde que disponen de esa parcela de poder, parece que se han permitido formar a una nueva generación, desde la edad del parvulario, en la idea de que su región es superior en todo al resto del país, y que, España es una nación opresora que los tiene dominados en plan colonial, no permitiéndoles desarrollarse según su propia capacidad y desangrándoles económicamente a favor de subvencionar a otras zonas del país, que según ellos, (me refiero a los nacionalistas) se dedican prioritariamente a la siesta y la fiesta. Entre tanto, nuestros gobernantes nacionales, unas veces por necesidad de apoyos para sacar en el Parlamento proyectos y leyes para los que por si solos no disponían de mayoría suficiente, y otras, como ahora mismo pienso que ocurre, por falta de cataplines y coraje para decirles hasta aquí hemos llegado, la realidad es, que el mal se ha enquistado y la terapia ya o es quirúrgica, o seguir con la paliativa para ir tirando con calmantes, pero sin cura posible.
Resultado, que quienes allí llevan las riendas del carro de la independencia, ven el momento de debilidad de un gobierno acosado por toda la oposición, y dicen, o ahora o nunca, y ahí los tenemos jugándoselo todo a una sola carta, la de la independencia; maniobra esta, que si les sale medianamente bien, pronto será imitada por más de algún otro, que de conseguirlo, harían que la denominada piel de toro se convirtiera en piel de conejo, pero cazado de muy mala manera.
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