Experiencia del 27-S
El pasado domingo 27 de septiembre tuve la gran oportunidad de participar activamente en las elecciones en Barcelona como apoderado de Ciudadanos. Muchas personas de mi entorno se preguntarán cómo ha ido a parar un joven sierense de El Berrón a unos comicios ubicados a 900 kilómetros de su casa.
La respuesta es sencilla: siempre he sentido un gran interés por el mundo de la política, y en los últimos tiempos ningún partido había logrado satisfacerme lo suficiente como para comprometerme con un proyecto. Sin embargo, esta situación cambió cuando Ciudadanos dio el salto a escala nacional, y comencé a profundizar e indagar acerca de sus propuestas.
Lejos de cualquier ánimo partidista, expondré en las siguientes líneas mis impresiones desde un punto de vista puramente subjetivo acerca de un tema tan polémico como la voluntad de independencia de un amplio sector de la población catalana y la celebración de estos comicios.
En primer lugar, todos coincidimos en que se han descontextualizado por completo, y lejos de ser unas elecciones ordinarias como las que acaecen en el resto de autonomías se han convertido en el ansiado plebiscito de los independentistas. Lo que más me ha enriquecido de este viaje ha sido la posibilidad de intercambiar impresiones con apoderados de partidos como Junts pel Sí o la Candidatura d'Unitat Popular (CUP). Después de largas conversaciones, y lejos de provocar en mí un cambio de perspectiva, nuevamente he podido concluir que la independencia que proponen es un camino incierto y peligroso en el que cada persona se ha construido un Estado idealizado conforme a su voluntad.
No es de extrañar la disparidad de propuestas de los simpatizantes y electores de Junts pel Sí, sabiendo que han centrado todos sus esfuerzos en el discurso de la fragmentación, sin proponer propuestas concretas ni programas políticos que repercutan en beneficio de la población, y habiendo unido a partidos y asociaciones de tan diversas posturas que configuran una heterogeneidad ideológica sin precedentes.
En síntesis, en nuestra sociedad se ha canalizado el descontento de muy diversas formas, y los independentistas han optado por la vía fácil: el discurso de la fractura y la división. Un discurso alentado por una clase política que presuntamente pretende alcanzar la regeneración democrática mientras se ve inmersa en escándalos de corrupción y ocultando tras de sí cifras que evidencian una gestión absolutamente deficiente. Es una lástima que en nuestro país se esté provocando una fractura social de tal envergadura, y determinados políticos terminen enfrentando a unos compatriotas con otros.
Sólo deseo, por el bien de todos los catalanes y el conjunto de España, que termine el adoctrinamiento civil y la próxima vez que vuelva a Cataluña no tenga que oír expresiones del tipo: “somos una colonia que depende de una metrópoli que impone su voluntad y nos arrebata nuestra soberanía”.
Por lo pronto, la tan notable mejora de los resultados de la candidatura de Inés Arrimadas y su equipo es un motivo de alegría para los ciudadanos que desean terminar con el eterno debate y ansían que el independentismo deje de ser tratado como una religión. Lo que está claro es que no lograremos el entendimiento, como algunos pretenden, sin soluciones políticas: la amenaza y el recurso continuado a una aplicación estricta de la legalidad agrandan más aún la división.
Aprovecho para enviar a todos mis compañeros de Ciudadanos mi más sincera enhorabuena por su gran trabajo, y a todos los electores que han optado por la candidatura más sensata y que verdaderamente quiere lo mejor para todos. Con las generales a la vuelta de la esquina, sigamos trabajando por un proyecto realizable, para todos, y sin populismos, ya que como decía Calderón de la Barca, “los sueños, sueños son”.
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