Desde Asturias (I)
Los últimos pueblos conquistados en Hispania por el imperio romano fueron los cantabros y los astures. Caído el imperio romano las gentes son sometidas al pillaje por cualquier banda armada. Esto convierte al guerrero del feudo en su protector. Los señores feudales, desorganizados y desunidos, poco podían hacer contra las incursiones organizadas del Islam. Desde la taifa de Zaragoza los musulmanes asolaban Francia, llegando hasta Poitiers y La Provenza. Mientras, los lombardos asedian y aíslan al Vaticano. Éste instaura la institución de emperador como su protector en Carlomagno. A su muerte, sólo quedó la figura de un rey confirmado por el Papa de entre los señores feudales o condes. El rey: sería símbolo de unidad y permanencia; el reino: una empresa en busca seguridad y bienestar para la nación, un proyecto de imperio.
El primer rey de Asturias fue Pelayo: un guerrero trotamundos casado con la cántabra Gaudiosa, de poderosa familia. En aquella época, en Cantabria, estaba el Beato Toribio de Liébana como luz intelectual del mundo cristiano. Pelayo se rebela contra el moro Munuza en Gijón, y se refugia en el Confinium de Parres. Habiendo enviado Muza un gran ejército contra él, tuvieron su primer encontronazo en Covadonga, enrabietado el moro, lo persigue a través de los Picos de Europa diezmándose. Al salir el ejercito moro de la montaña, ya en Cantabria, le esperan Pelayo y sus familiares, que le acosan y persiguen por el centro de Asturias, donde se une Munuza, y no cejan hasta echarles a todos, al otro lado de la cordillera. Proclamado rey Pelayo, e instaurada su dinastía cántabra, comienza desde el reino de Asturias el proyecto de reunificar Hispania: la reconquista. El reino de Asturias ocupaba toda la cornisa cantábrica desde Galicia al País Vasco, y, Alfonso II hijo de una vasca, se carteaba con Carlomagno. Éste, que quiso ocupar la taifa de Zaragoza sin que llegase a tomarla, arrasa Pamplona y es atacado por los vascones en Valcarlos; en Roncesvalles, a su retaguardia, su amigo Roldán cae muerto. Pamplona, aprendida la lección, se convierte en reino. Alfonso II de Asturias descubre la tumba del apóstol Santiago, inaugura el peregrinar a ella, y el marketing de tal hecho: ríos de peregrinos europeos. Algunos visitarán Toledo y, regresando a casa, sembrarán la semilla recibida por Europa. Con el tiempo, tal semilla al final del proyecto, dará fruto: el Renacimiento.
El último rey de Asturias: Alfonso III el Magno, cuya magnanimidad consistió en cegar a sus hermanos, lega reinos del suyo: Galicia a su hijo Ordoño, Asturias a Fruela, y el de León a su primogénito García. Asturias y Galicia serán obedientes del de León. Los reinos de León y Pamplona, aliados, acosan al Islam; disputan y se casan entre sí. En el siglo XI, el reino de León llega más allá de Coimbra: desde Viseu batalla más allá de Lisboa contra Badajoz, y desde Zamora arremete contra Toledo. Entonces Castilla era un condado apetecible del reino de Pamplona, y Aragón otro condado del de Pamplona, con la taifa de Zaragoza al sur. El condado de Barcelona, con el Islam atareado al oeste contra el oeste, se aliaba, casaba y pactaba con Aragón, Languedoc y Provenza. Mientras, traicionado el reino de León por los condes de Castilla, el Islam hacía razias profundas hasta Ortigueira. Sin renuncia alguna por parte alguna, lo proyectado desde Asturias se convirtió en una cruenta lucha de siglos.
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