Predicar nun ye dar trigo
La agencia de calificación crediticia Standard & Poor's (S&P, acaba de elevar el rating soberano de España; lo que equivale a decir, según mis escasos conocimientos en materia de economía, que nos consideran un país más fiable económicamente hablando de lo que fuimos hasta ahora. A renglón seguido, avisa -más o menos- de que no debemos echar las campanas al vuelo, ni ponernos a dormir la siesta confiados en que la cosecha ya está asegurada. Lo que equivale a decir que tenemos que seguir como lo hicimos los últimos cuatro años, apretándonos el cinturón incluso aquellos a los que ya no les quedan más ojales en el mismo.
Uno, sin más conocimientos en economía que aquello que le indica lo poco que de aritmética aprendió en la escuela de posguerra con la enciclopedia de Dalmau, por mucho que los políticos y economistas ligados a uno u otro bandos pretendan decirle y tratar de demostrarle, sabe desde entonces que dos más dos siempre son cuatro, y también que si en un balance de cuentas los gastos superan a los ingresos se genera déficit. Como la solución más a mano para tratar de salir de semejante situación casi siempre es recurrir al préstamo para ver si se puede salir del pozo, nuestro país en este caso lleva varios años recurriendo a poner en venta valores estatales que generan deuda pública, cosa que no siempre tiene que ser negativa si se cuenta con ingresos suficientes para ir pagándola sin entrar en déficit (más gastos que ingresos), pero, por desgracia, parece ser que no acaba de ser nuestro caso y seguimos gastando más de lo que ingresamos.
Tenemos unas elecciones generales a tres meses vista y cuando uno escucha desde hace tanto tiempo las feroces críticas que desde la oposición se le están haciendo al actual Gobierno, da la impresión de que lo que se nos viene encima aun va a ser peor. Cómo se puede atacar al Gobierno, especialmente desde el PSOE, por los recortes y la austeridad, cuando se ve que fue justo el despilfarro de los anteriores gobernantes lo que nos llevó a la calamitosa situación de deuda y todo lo que ello conlleva en materia de paro y recortes y en gastos de todo tipo, para poder pagar los pufos acumulados por actitudes y decisiones irresponsables tomadas cuando en período de vacas gordas nos creíamos los reyes de toda la UE y parte del resto de países desarrollados, cuando la realidad era que estábamos viviendo en una burbuja de cristal gracias a las ayudas europeas, que todos sabíamos que tenían fecha de caducidad, y nos negamos a reconocer como tales.
Desconozco el resultado de las urnas en las mencionadas elecciones, pero, a tenor de lo que escucho, y viendo lo quemada que está la gente porque las mejoras, si es que las hay no acaban de reflejarse en la microeconomía, que es lo que la gente palpa en su día a día, mucho me temo que lo que nos espera aun va a ser bastante peor que lo que tenemos. La demagogia va por un lado y la realidad, por otro, y ya sabemos desde siempre que, según el dicho popular, una cosa ye predicar y otra bien distinta ye dar trigo.
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