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Hablemos de nuestra sanidad pública

6 de Octubre del 2015 - Justo Roldán (Oviedo)

No menciono la sanidad en general, como se puede apreciar, puesto que la que está hecha una llaceria es precisamente la pública. Esto es asi, las excepciones que demuestren lo contrario son simplemente aquellas que confirman la regla de lo que digo y nada más.

¿Pero tiene solución? ¡Hombre!, todo en esta vida la tiene, y en el caso de la muerte, que alguno pudiera recordarme, para un cristiano, también. Así que sin que nadie me lo haya pedido, sin que esta crítica no sea más que una reprimenda, la hago por el bien de nuestra sanidad, a la cual he dedicado -en mi caso- más de cuarenta años y de la que guardo y aún conservo muy buenos recuerdos, en lo personal y en lo asistencial, así como en lo docente.

Dejando a un lado el funcionamiento general del HUCA, que es un problema de adaptación a lo que hay (obviamente, cambiando o reformando, aquello que los expertos no han sabido adaptar a un establecimiento sanitario), lo primero que hay que acometer ya son las listas de espera. Pero, ¡ojo!, las de actos quirúrgicos y las -para mí, más abandonadas- primeras visitas.

Sobre las listas de espera, tengo obviamente una opinión, pues bien conoce el actual responsable de la Consejería que éstas siempre han sido controladas por el departamento de admisiones en el caso del HGA, bien es cierto que en coordinación con los servicios médico-quirúrgicos, pues de otra forma es imposible.

Sobre las listas de espera para las primeras visitas, que, por cierto, es un verdadero drama, puede servir parte del modelo que funcionaba en las antiguas Policlínicas, con modificaciones necesarias, que deben ser -inexcusablemente- acordadas con el personal médico-sanitario. Así, dicho lo anterior, y a grandes rasgos, ya que este espacio no da para mucho más, las listas de espera quirúrgicas tienen tres salidas para ir disminuyéndolas. Al ser un defecto de organización, que lleva muchos años atascado, hay que ser realistas y en algunos diagnósticos el descenso no será ni tan rápido ni tan llamativo; claro que parto de la premisa de que el paciente debe irse de alta en tiempo y forma. Nunca estar supeditado a un número, mayor o menor de estancias. Hago esta salvedad para que no recaigan, salvo excepciones, en los centros de salud muchos posoperatorios.

A la sanidad pública y a sus responsables no les queda otra que considerar todo el mapa sanitario de Asturias. No se puede, y menos a estas alturas y en esta situación, andar dilucidando si son galgos o podencos, en referencia a la sanidad privada. Los pacientes quieren ver resuelto su problema y creo que a nadie le interesa -salvo su salud, la atención y el resultado- de quién es la titularidad del centro que le atiende.

Todo esto no requiere más que conciertos, a los que hay que ir sin ánimo doctrinario y sí con intención de mejorar la asistencia sanitaria de todos los asturianos. Ya que si aprovechamos todos los recursos que tenemos, los beneficiarios no serán otros que los enfermos. Y el poner a disposición de los asturianos lo que en Asturias tenemos es lo más coherente que se puede hacer.

Las primeras visitas. Como he dicho y mantengo, éste es un tema sangrante, muy diferente a quienes ya tienen establecido un diagnóstico y, por tanto, saben a qué atenerse. ¿Por qué se tarda tantos meses en atender una primera visita si ésta viene bien propuesta por el médico de familia o cualquier otro? Esta pregunta tiene que tener una respuesta clara: o bien se piden consultas sin un sostén lo suficientemente valorado, o existe una falta de organización en los servicios, o, en su defecto, una falta de personal médico-sanitario. Si se toma en serio todo el potencial asistencial de Asturias, parece evidente que se descargaría de trabajo a muchos servicios médicos, sobre todo a aquellos que suelen acumular más pacientes por ser patologías muy comunes: hablo por ejemplo de oftalmologia, vascular, traumatología, cirugía general, urología y pruebas diagnósticas que se dan en cardiología y que estoy seguro -siempre lo he estado- que se pueden realizar en cualquier otro centro de nuestra comunidad con todo tipo de garantías. Descargados estos servicios, en mayor o menor medida, la dedicación a las primeras visitas se puede aumentar, al contar con más facultativos libres de quirófano.

Pues bien, estas son unas simples pinceladas de cómo lo he vivido yo y como aún hoy lo pienso. Y a sabiendas de que son simplemente apuntes, pero que, si se desarrollan con la libertad que debe de tener el responsable de ello, estoy seguro que se pueden dar grandes pasos para mejorar la calidad asistencial de la sanidad pública asturiana...

Yo siempre estoy a disposición... Y mi mano, siempre extendida para que alguien, si quiere, me la admita. Por eso he dejado afortunadamente atrás el puño, incompatible con cualquier apretón de manos.

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