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El caos triunviral de Oviedo

6 de Octubre del 2015 - Constantino Díaz Fernández (Oviedo)

Es un hecho incuestionable que todos los pueblos, después de una etapa, más o menos larga, de esplendor, han seguido con otra de decadencia. Esto ha venido sucediendo, de forma inexorable, a lo largo de los siglos. En nuestro pequeño mundo, centrado en el municipio de Oviedo, parece que estamos entrando en esa segunda fase. Desde las últimas elecciones municipales del pasado 24 de mayo, en las que se produjo un cambio sustantivo en el timón municipal, con la llegada del primer triunvirato al Consistorio, parece que hemos empezado a perder el rumbo. Las continuas desavenencias entre los triunviros, sin un discurso común y coherente, junto con algunas decisiones muy discutidas, cuando no inoportunas, unidas a algunas estólidas declaraciones de aquellos a los que se les debería exigir mayor prudencia y moderación, están proyectando una imagen que amenaza con convertirse en caótica, sembrando desconcierto entre propios y extraños.

Es cierto que aún no ha pasado mucho tiempo desde que el actual gobierno municipal ha tomado posesión de su cargo, pero también lo es el hecho de que superados los cien días de rigor, como margen de gracia que habitualmente se concede para emitir juicios de valor, la nota que merece es la de "prueba no superada". No es objeto de este escrito enumerar los desaciertos y salidas de tono de este extraño tripartito durante esta corta etapa de gobierno, ni tampoco se podría hacer, dada la obligada extensión exigida para el mismo; pero, como para muestra basta un botón, creo que las declaraciones del moscón Sánchez Ramos, conocido vividor de la política durante los últimos 36 años, afirmando que el botellón es una costumbre cultural que va a perdurar, o las más recientes de la alcaldesa virtual, la abogada ovetense Ana Taboada, integrante de una de las marcas blancas de la populista formación política liderada por el gran jefe Coleta Morada, reafirmándose en que los premios "Princesa de Asturias" le dan un toque añejo a la ciudad, concluyendo que son de otra época y están pasados de moda, creo que no merecen mayor comentario. ¿Se imaginan lo que ocurriría en Estocolmo si alguien dijese lo mismo de los premios Nobel? En fin, aparte de sentir vergüenza ajena, no es arbitrario afirmar que personajes como estos no están moralmente capacitados para representar a los ovetenses. Con este equipaje no creo que se pueda realizar un largo viaje, ni mucho menos mantener el prestigio que Oviedo, como ciudad, se ha ganado a lo largo de los últimos años, dentro y fuera de nuestras fronteras.

Ya que estoy hablando del gobierno municipal, no quiero dejar de mencionar al tercer triunviro, el titular nominal de la Alcaldía, Wenceslao López, quien, a pesar de ofrecer el mejor perfil personal y profesional para ostentar esta representación, está totalmente atado de pies y manos para ejercer con libertad su cargo. El envenenado regalo de la Alcaldía que le hizo la astuta Taboada, con la colaboración del incombustible Sánchez Ramos, le ha puesto en manos de estos dos personajes, convirtiéndole en un alcalde de papel que pasará a la historia con mucha más pena que gloria.

En este estado de las cosas, lo mejor que le puede pasar a Oviedo es que este desgobierno de polémica y confrontación tenga una existencia breve, ya que, de lo contrario, las consecuencias para la ciudad podrán ser graves y la vuelta a la normalidad, larga y costosa. Estoy seguro de que muchos electores, que depositaron su voto el 24 de mayo confiando en que sirviera para mejorar las cosas, estarán ahora arrepentidos de los resultados. Aunque siempre se dice que el pueblo nunca se equivoca, yo cambiaría esta afirmación por la de que el pueblo también tiene derecho a equivocarse, así como también lo tiene de rectificar.

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