El Rey, la república y educación, sobre todo
Es bueno para la convivencia agitar de vez en cuando las conciencias. Es saludable y sano criticar y cuestionar a los que nos representan, preguntándoles qué hacen y por qué. Sobre todo, en los tiempos que corren. Sobre todo, en democracia.
Y es deber de los elegidos ejercer esa representación de acuerdo con los que les votaron y lo que les hicieron creer que defenderían, con todos los matices que impone el presente a cada instante. Y ese deber le exige tener algo más que le diferencie de los que le eligen, un plus que nos haga orgullosos de nuestra elección y a él, digno de tal honor. Que represente nuestra opción.
Los electores de los parlamentarios europeos de Podemos y de Izquierda Unida deben de estar debatiéndose entre llorar de alegría o de dolor y vergüenza. Si ser republicano es ser un necio fanático que debe arrasar con la monarquía, haya sido aceptada o no, obviando todo lo demás, estarán dichosos. Si se es republicano es porque crees que es una forma de gobierno más democrática y lógica que la monarquía hereditaria. El acto de dejar el estrado cuando el actual jefe del Estado español está hablando a los parlamentarios europeos te tiene que parecer de una simpleza, falta de educación e inestabilidad emocional que el lagrimal estará seco para cualquier otra excusa.
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