Preocupación por la Universidad Popular de Gijón
Somos un grupo de alumnos y alumnas de la Universidad Popular (U.P.) del Ayuntamiento de Gijón que estamos siguiendo con preocupación el cambio que en muchos aspectos está experimentando esta institución que tanto ha hecho por la difusión de la cultura entre los gijoneses y muy bien valorada por todos los alumnos y alumnas que, como nosotros, hemos recibido formación en ella.
Aparte de otros aspectos organizativos y de funcionamiento democrático interno que estimamos se deberían introducir, nos referimos ahora a la marginación y menosprecio que desde hace años están sufriendo los cursos que podemos denominar de Humanidades y que abarcan materias como Literatura, Cine, Arte, Historia, Economía, Música, Sociología, Movimientos sociales y políticos, etc. etc. Aquellos que sirven para fomentar el pensamiento libre y democrático.
Para que se hagan una idea de lo que nos ocupa podemos resumir nuestro balance en que desde su inicio en el año 1982 hasta la convocatoria actual (Octubre-09) el número total de cursos en la U.P. ha pasado de 30 a 181. Este aumento importantísimo no se ha traducido ni por asomo en un aumento correlativo de los cursos de Humanidades, antes al contrario. Los que en los primeros años representaban entre el 30/40% de la programación, han pasado a representar en los últimos el 6/8 %. Y los 15/20 cursos de Humanidades de los primeros años, no solamente no se mantienen sino que tienden a disminuir. La U.P. ha aumentado de una forma extraordinaria su volumen global y numero de cursos y actividades con abandono casi total de lo que fueron objetivos fundacionales de la misma, es decir La formación integral de la persona para lograr una comunidad de ciudadanos responsables, como consta en sus documentos fundacionales. A nuestro juicio la U.P. se está convirtiendo en una institución dedicada casi exclusivamente al entretenimiento personal y no a la formación de ciudadanos libres y con criterios.
Hemos expuesto esta situación constantemente en las evaluaciones finales de cursos y en dos reuniones con la dirección de la U.P. En la última celebrada el 22 de enero último en una entrevista personal con el señor Vilabrille, concejal de Educación y Cultura, acompañado por un dirigente de la U.P., recibimos buenas palabras, aparente interés, algún compromiso entre dientes, pero al ver la programación para este curso nuevamente nos encontramos no con resultados idénticos a los anteriores, sino negativos. Por otra parte, nuestra satisfacción expresada por el excelente trabajo de alguno de nuestros profesores coincide con el hecho de que no se les ha vuelto a contratar. En la entrevista antes citada nos dijeron estos señores que había que adaptarse a los nuevos tiempos en la programación de materias en la U.P. Estábamos totalmente de acuerdo, porque creíamos que nos estaban dando la razón. Pero parece que con nuestras sanas demandas hemos provocado la disminución de los cursos de Humanidades ¿Sabe que sólo en los 11 cursos previstos para guitarra (con todos nuestros respetos para la guitarra y los guitarristas) se totalizan 590 horas y en otros 11 para el conjunto de humanidades suman 360 horas?
¿Es esta, nos preguntamos con asombro, la política que la U.P. va a seguir en el futuro? ¿Es que en nuestra sociedad no hay nuevos acontecimientos que merezcan nuestra atención? ¿No son fenómenos de gran actualidad e importancia para los ciudadanos de Gijón el cambio climático, la globalización, los medios de comunicación, las crisis económicas, alimentarias y energéticas, el urbanismo y ordenación territorial, las emigraciones, etc. etc.? ¿No hay novedades literarias y cinematográficas interesantes? La lista puede hacerse interminable.
Como los responsables municipales son perfectos conocedores y responsables de todo esto, ¿habrá alguno de ellos que tenga respuestas claras y convincentes para todo esta deriva en el carácter de una institución que en su rica historia ha dado muestras de todo lo contrario?
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