Don Torcuato, un patriota asturiano
A lo largo de estos días pasados han tenido lugar en Gijón unas charlas y conferencias sobre la personalidad de don Torcuato Fernández-Miranda y Hevia. A todo lo expuesto y hablado sobre tan singular político asturiano, el abajo firmante siente la necesidad de agradecer a sus familiares el trato cariñoso y afectivo a lo demandado por el abajo firmante a Mieres y a los concejos de Pola de Lena y Aller.
Un servidor ha tenido el gran honor de haber disfrutado de la amistad de una persona de tanto prestigio en la vida política nacional como don Torcuato Fernández-Miranda y Hevia.
La relación con el señor presidente de las Cortes españolas nace, tal vez, de mi osadía al dirigirme a él no sólo como persona importantísima, más bien como asturiano de corazón ardiente.
En el año 1974 un servidor ejercía como un modesto jefe de personal subalterno y vocal del gobierno de la residencia sanitaria Enrique Cangas, de Mieres.
En esta época el centro sanitario, por motivos de traslado, había quedado sin director y el caos que se empezaba a crear en la institución era alarmante, al faltar y no ser reemplazado un cargo tan importante, y por la falta de camas al crecer tanto el concejo de Mieres, Pola de Lena y Aller. Como mierense no podía soportar el deterioro de mi centro de trabajo y ver cómo se devolvían enfermos a su domicilio o se mandaban al Hospital de Caridad de Jove, que en aquella fecha dejaba mucho que desear y que muchas familias se negaban a que los suyos fueran ingresados allí.
Ésta fue la poderosa razón de ponerme en contacto con don Torcuato. El amor que sentía por Asturias y el deseo de colaborar con la petición de ayuda de una simple persona en beneficio de los enfermos de las tres Cuencas tuvo sus efectos ante el ministro de Trabajo y Seguridad Social.
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