Hacia la otra orilla
Crúzame, barquero, a la orilla opuesta, porque ya no quiero vivir más en ésta.
¿Que es lo mismo, dicen?. ¡La adivino hermosa! y entre brumas veo a gente dichosa.
¿Y por qué te cansas de vivir tu vida?
Porque son pesadas... cargas que me humillan... fardos que se cogen... fardos que se tiran... los días son largos... ¡las noches tan frías!... monótonas horas van lentas... sombrías, zozobras y sustos jalonan mis días.
Yo, viejo barquero, poseo experiencia. Conozco del mundo un poco su ciencia. Siempre ambas orillas muestran impaciencia... mirando una a otra, cruzarla quisieran... ¡Pero pocos saben cargar con su cruz! Pesada la encuentran, con sombras siniestras cuando tienen cerca, muy cerca, la luz.
Dime, pues, barquero... ¿Dónde está esa luz que dices existe y que siempre ves?
Esa luz la llevas dentro de tu alma. Quédate en silencio y escucha con calma. Callada... callada...
¡Sentirás amores!... ¡Serán llevaderos todos tus dolores!, y no dirás nunca: ¡Llévame, barquero, a la orilla opuesta!
¡Porque ya no quiero más vivir en ésta!
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