Revuelta en la cuevona de Ardines (Ribadesella)
Ribadesella, municipio del oriente de Asturias, con tan sólo 6.300 habitantes censados, una extensión de 91 kilómetros cuadrados y partido judicial en la primera capital de España, Cangas de Onís.
Ardines es un pueblo situado a poco más de un kilómetro de la villa. Aquí tenemos las famosas cuevas de Tito Bustillo, que junto a Lascaux (Francia) y Altamira (Cantabria) son la tres mas famosas del mundo en cuanto a ese bello arte parietal.
En Ardines también se encuentra el reciente Museo de Tito Bustillo, que es como una neocueva, muy pobre cuando se inauguró pero que actualmente tiene un nivel digno de la villa de Ribadesella.
Casi todo Ardines está asentado sobre el carbonato cálcico, es decir, el agua y ese catión Ca2+ junto con el C02 atmosférico hacen maravillas, además de los carbonatos y bicarbonatos correspondientes.
Por lo tanto, esa disolución proporcionó muchas cuevas, enlazadas unas con otras.
En el año 1970 se hizo un túnel para el acceso a las pinturas de esa "Capilla Sixtina" que es Tito Bustillo.
Así el acceso estaba a menos de un kilómetro de la villa.
Hoy día esta obra sería un disparate, pues se alteran la temperatura y humedad de la gruta.
Se parcheó colocando varias puertas para así aislar y dejar que la termodinámica trabajase. Dichas puertas llevan una compuerta que se activa cuando la gruta se inunda, que es en la temporada invernal y primaveral.
Así, las puertas resisten el empuje potente del río San Miguel, el cual es el origen de todo.
Encima de las pinturas de Tito Bustillo hay otra gran gruta conocida como la "cuevona de Ardines", no confundir con la "cuevona de Cueves", que es gruta natural y carretera a la vez.
Para acceder a la "cuevona de Ardines" hay que subir unos 300 peldaños. La vegetación es exuberante. Parece más propia de un clima tropical.
A la entrada hay un pequeño grabado de un animal de esos del Pleistoceno.
Actualmente, hay escaleras de madera en toda la caverna que hacen el acceso más fácil.
Se llega al final a una gran bóveda, iluminada por la luz solar a partir de una gran claraboya en el techo. El escenario es impresionante por su belleza y majestuosidad.
Las luces artificiales están colocadas estratégicamente y la hacen lucir aun más, que ya es bastante.
En el centro de la gruta hay colocado un escenario magnífico, con pocas plazas, para el disfrute de los conciertos de música, generalmente clásica, aunque también actúan gaitas, coros, etcétera.
La sonoridad es muy buena, a pesar del elevado grado de humedad, como corresponde a esa gruta natural.
Mi querido Gonza y el que escribe asistimos el pasado 22 de agosto a un fenomenal concierto para dos violonchelos. El aforo estaba completo. Se rompió una cuerda de un violonchelo, debido, creo yo, al elevado grado de humedad.
Dichos conciertos son un acierto del Ayuntamiento de Ribadesella, pero deberían potenciarse un poco más, pues el entorno es de calidad suprema. Antes del concierto, ya en la magnífica bóveda natural, mi hijo, con su linterna, se dedicó a buscar vida, es decir, vegetación, y la encontró, cerca de las escaleras que dan acceso al escenario. Era una especie de helechos verdes, adaptados a la oscuridad y a la humedad. Un hallazgo muy interesante para nosotros, pues nos preguntamos ¿cómo es posible la fotosíntesis sin apenas luz?
Espero que mis amigos biólogos de la Universidad de Oviedo me contesten a la pregunta.
De niño yo ya entraba a la "cueva de Ardines" pues el acceso era libre, no estaba cerrado, recuerdo que para llegar a la gran bóveda había dos posibilidades. Una, la correcta, y otra, la incorrecta, pues te llevaba a un desfiladero-precipicio mortal de necesidad.
Había que conocer bien el camino, pues si no la guadaña de la muerte estaba al acecho.
La confusión en el itinerario conducía a una muerte brusca por desprendimiento de unos 40 metros.
En la vida siempre hay que tomar el camino correcto y la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos.
Aunque muchas veces la juventud no lo sabe o no lo quiere saber. Pero, en fin, todos alguna vez fuimos jóvenes y cometimos alguna locura, aunque ésta fuera solamente piadosa.
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