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La paranoia de un columnista

29 de Septiembre del 2009 - Javier Perez Lopez (Mieres)

Alguien dijo que nunca se acaba el tiempo para la sorpresa, por muy larga que se haga una vida. Cierto que un dia sí y otro también, al menos en mi caso, se cumple. La penúltima vez ha sido una columna reciente del Director de la Casa de Cultura de Mieres , en la cual, de nuevo desataba no sé que paranoias en relación con un concejal, paranoias que viene alimentando desde su ventana de manera casi periódica, salvo cuando nos habla de sus vermuts y andanzas y correrías por el ancho mundo en sus tiempos de ocio y descanso.

La postura del concejal en una comisión municipal, le ha servido al susodicho columnista para, en nombre de su defensa (¿) de la lengua asturiana, vomitar de manera bulímica una serie de presunciones, insultos, invenciones, maledicencias, etc. que a buen seguro le estaban revolviendo el estómago y algo más, y haciéndolo desde una posición ventajosa hacia la opinión pública, desde un púlpito que alguien le ha entregado desconozco con qué méritos- y que le sirve para atizar sin un mínimo de decencia, contra lo que son insisto- paranoias crónicas cuyo origen desconozco pero que, como en todas las paranoias, debe ser enfermizo.

Y es que conozco a ambas personas. Una de ellas, personaje público que como tal, se encuentra en el aire del pimpampum feriante para que todo el que quiera, generalmente sin coste alguno, le lance la pelota. El otro, funcionario o laboral (que más da) del Ayuntamiento, con cometidos de difícil control y que al menos da esa sensación- debe estar devolviendo, un día si y otro también, la cuota de una hipoteca que desconozco o bien de una situación que le permite constantemente, estar en varios lugares de manera simultánea, situación que a otros funcionarios no les está permitido.

Y no estoy hablando de capacidad, que otros habrá que la valoren. Simplemente estoy diciendo que maestro de todo, profesor de nada. De este refrán solo se salvan los genios y está claro que no es el caso.

Desconozco si la columna de la que hablo habrá servido de medicamento para la enfermedad. Si es así, vale. Pero me temo que no. Solamente habrá servido para que los aduladores de siempre le laman el ego como ocurre en muchos de estos casos. La miseria del contenido a que me refiero será la penitencia porque, a buen seguro, cuando la ventana se cierre, los mismos aduladores que ahora le lamen, le morderán. Al tiempo.

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