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Aclaraciones sobre el centro ecuestre El Asturcón

14 de Octubre del 2015 - César Guisasola Camblor (Oviedo)

En el mes de abril, este periódico publicó unas notas que le había enviado sobre el "problema del centro ecuestre El Asturcón", problema que procedía de la enorme carga que suponía para el Ayuntamiento, y en el mismo indicaba las causas de donde emanaba ese coste tan elevado para el Ayuntamiento.

Citando a este propio diario, El Asturcón mueve de 800 a 900 jinetes mensualmente.

El problema económico de El Asturcón nace de la planificación general realizada por el equipo de don Gabino de Lorenzo en su día, planificación que no se sostiene ni desde el punto de vista de un organigrama correcto, ni desde el punto de vista económico.

Indicaba en dicho escrito que el desajuste de funcionamiento y económico se derivaba de los factores siguientes:

Primero: falta de unidad de gestión. Carece de "gerente, gestor", conocedor del mundo del caballo a escala nacional y de la gestión y administración de empresas.

Segundo: de la falta, por parte del Ayuntamiento, de su obligación principal, como propietario, de tener la instalación en perfecto estado para el uso para el que fue construida, delegando esta obligación en una empresa privada mediante un contrato que no satisfizo a ninguna de las partes y que no fue, en su momento, puesto a punto, según las nuevas circunstancias que se presentaban, lo que derivó en la desatención de la conservación de todo el inmueble.

Tercero: la utilización de la instalación por los usuarios de forma gratuita a unos precios –tasas– subvencionados por el Ayuntamiento, "simbólicos", que no tuvieron nada que ver no sólo con la realidad de los costes, sino también con los precios de mercado.

Cuarto: a mayores, no existe ni un simple reglamento de uso.

Por otra parte, tal como se suscribieron los contratos de las "nueve concesiones independientes" existentes en El Asturcón, dudo mucho que el Ayuntamiento tenga claros los costes reales de los diversos servicios de que allí se disponen. Esto lleva a la apreciación de un saco roto, en el cual el Ayuntamiento subvencionaba y subvencionaba, y así seguía...

Los contratos que en su día se firmaron, en términos generales, uno fue a cincuenta años y otros a quince, por lo que el Ayuntamiento quedó atado de pies y manos por los mismos. El señor Caunedo consiguió revocar el contrato con Urbaser, que fue prorrogado hasta buscar otra solución a El Asturcón, y recibió de la misma, según parece, una indemnización por sus incumplimientos. Al mismo tiempo, en este año, vencieron los contratos de las escuelas.

Queda, por tanto, el Ayuntamiento liberado de las ataduras de dichos contratos, para darle a El Asturcón un organigrama racional, apropiado y ajustado a las necesidades de este centro, con una gerencia eficaz –conocimientos dentro del mundo del caballo a escala nacional y de administración y gestión de empresas–, para llevar adelante esta instalación.

Se alega que no salen las cuentas. Claro que no salen, ni pueden salir, si se plantea El Asturcón con el mismo organigrama y la misma mentalidad como lo hizo don Gabino de Lorenzo.

En este sentido, pero de forma más extensa, dirigí un e-mail al señor alcalde y a los partidos políticos con representación en el Consistorio.

Dejo de lado las consideraciones políticas que pueden mover al Ayuntamiento, pues no es ése mi tema, pero una instalación –orgullo de Oviedo, dentro del ámbito nacional ecuestre– no puede ser tergiversada a otros fines, además del problema que podrían crear al municipio los antiguos propietarios por las expropiaciones.

Los gastos del Ayuntamiento en El Asturcón consisten, en números redondos: un millón de euros en subvenciones –escuelas, hipoterapia y pupilaje– y unos cuatrocientos mil euros en gastos generales (personal, agua, luz, etcétera). El personal lo componen unas 16 personas. La pregunta clave es: ¿son necesarias estas subvenciones y hasta qué punto están justificadas?

Al Ayuntamiento le corresponde el mantenimiento de la instalación en estado de uso, y para ello habrá de contar con una fuente de ingresos basada en las actividades que allí se llevan a cabo y lo que el propio Ayuntamiento pueda aportar dentro de los márgenes de sus presupuestos para promocionar la práctica de este deporte.

Liberado el Ayuntamiento en la actualidad de las viejas ataduras, no parece correcto deshacerse de esta joya ecuestre que, en ese caso, nunca más volvería a tener Oviedo, y ello en base a una mala interpretación de la realidad económica del centro ecuestre El Asturcón.

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