Una fecha en la Historia y un "sitio" en España
Esto quedará para siempre, mientras España siga siendo espiritualmente Occidente, el sitio de Oviedo.
Algo evocable siempre y en todo momento, y cuyo recuerdo jamás admitiremos que caduque. Algo que los historiadores que en el porvenir se ocupen de revivir el pasado colocarán indefectiblemente entre las pocas y grandes cosas dignas de la calificación de "memorables".
Más memorables aun que los grandes y trágicos hechos de sacrificio colectivo que esmaltan las lejanías de nuestra historia patria. Aquellos, nuestros venerables antepasados, se aprestaron heroicamente a morir, y murieron, y en nuestra ciudad en lo que sus hombres se empeñaron a costa de sus vidas fue en resistir hasta vencer, y vencieron. Que la muerte cimenta para la eternidad el nombre y la fama de los hombres, pero sólo el logro esforzado de los grandes fines cimenta en perennidad la vida de los pueblos.
El esfuerzo triunfador de los defensores de Oviedo sostuvo el aliento de vida y de lucha en Asturias y en España.
Dicho quedó ya en su día, en momentos entonces aún candentes, lo que el denuedo y el coraje de los defensores de Oviedo significaron para la España nacional en aquel trance, sencillamente, sostener la gran área de todo el cuadrante noroeste de la Península amenazado por la oleada roja. La suerte de León, de la Castilla más próxima y –por tanto– de España, vino a depender de la resistencia de Oviedo. Sin el éxito de aquella resistencia sobrehumana, la suerte de aquella lucha nacional decisiva, a vida o muerte, habría quedado gravemente comprometida en todo el territorio nacional.
A cada aniversario, España podrá seguir teniéndonos en un recuerdo vivo y actual o en una remembranza un tanto velada ya por la niebla del tiempo pasado; que condición es de todos los humanos el dejar esfumar el recuerdo aun de aquellos mismos que dieron su esfuerzo y su vida por la supervivencia de los demás. Pero los que dieron su vida por la de su ciudad y de la de su nación, porque no llegaran a quitarles la existencia verdaderamente dicha, porque no fuera llevado a término el siniestro designio de cambiarles el alma, sepan que estarán siempre presentes entre nosotros.
Al evocar la memoria de los defensores de la de Oviedo de tan dramáticos días, traemos a evocación con recogimiento y unción cívicos, con el nombre de aquellos que habiendo formado en nuestras filas, seguirán ya ausentes de nosotros por el azar de la muerte, juntamente y con fervor, el de los que colocados entonces a la cabeza de las formaciones de la férrea resistencia del sitio, hoy, por azares de la vida, no pueden hallarse aquí, en la ciudad inolvidable, entre los suyos y pronunciar su ¡presente!
Que el mayor y el peor de los olvidos no sería la pérdida de la memoria para los hechos y las cosas que no se dejan archivar, sino la cancelación del reconocimiento para aquellos con quienes todos tenemos contraída una deuda de gratitud colectiva que no puede prescribir nunca.
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