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Ante el Día Europeo de Atención a la Parada Cardiaca

19 de Octubre del 2015 - Fernando Iglesias Llaca (Oviedo)

El viernes día 16 tuvo lugar el Día Europeo de Atención a la Parada Cardiaca, un problema de salud de gran trascendencia. A pesar del esfuerzo realizado durante años en formación y en la colocación de desfibriladores por todo el país, la supervivencia sigue sin mejorar, y ésta está directamente relacionada con el tiempo que tarda en asistir a estos pacientes al haber lesiones cerebrales irreversibles a partir de cinco minutos.

Las paradas cardiacas extrahospitalarias son atendidas principalmente por las UVI móviles. En Asturias están formadas por un médico y un enfermero, que pone el SAMU, y dos técnicos y una ambulancia que pone una empresa subcontratada por el SESPA denominada Transinsa.

Es fácil de entender que los tiempos de respuesta son un estándar de calidad fundamental en las emergencias. Las UVI móviles deben estar rodando antes de 90 segundos desde su activación. Por desgracia esto se incumple una y otra vez, y la principal responsable de estos retrasos injustificables es Transinsa, que consecuentemente falsea los tiempos de respuesta que tienen obligación por ley de transmitir al Centro Coordinador de las Urgencias, impidiendo así cualquier control de calidad. No sólo eso, en ocasiones la asistencia llega ser muy difícil ante la actitud obstruccionista de esta empresa en su afán por ningunear al SAMU y hacerse valer. Por desgracia, muchos en el SAMU están de acuerdo con esta situación por comodidad o por desconocimiento de la manera en que debe ser atendido un paciente crítico, lo que lleva a la normalización de actitudes con graves consecuencias para pacientes cuyo pronóstico depende de la demora en la asistencia, como aquellos que están en situación de parada cardiorrespiratoria.

Alguien debería explicar a los dueños de Transinsa que la calidad asistencial se logra únicamente con el cumplimiento de los estándares de calidad. No se puede engañar a la gente con campañas publicitarias ni noticias a medida por parte de algunos medios en las que la verdad es lo de menos, a cambio de avisarles cuando haya un suceso relevante o se traslade a alguien conocido. Con ello sólo demuestran que asumieron una responsabilidad para la que no están preparados. La utilización mercantilista que hacen de las emergencias extrahospitalarias es contraria a cualquier atención de calidad y un perfecto ejemplo de por qué no se debe privatizar la Sanidad. Así, sacan de la ciudad todos los días la UVI móvil de Oviedo para ahorrar en gasóleo cuando tienen una gasolinera a 200 metros de la base. Así, seguirán haciendo lucrativos acuerdos con los dirigentes del SESPA, igual de preocupados que ellos por los pacientes, tales como quedarse con lo que paga el seguro por la asistencia médica en los accidentes de tráfico, utilizar ambulancias destinadas a las urgencias para sus traslados privados o cobrar 6.000 euros al mes por una tienda hinchable inútil. En esta época en la que se recortan empleos y medicamentos, y se disparan las listas de espera para consultas y cirugías, esto es simplemente intolerable. Los pacientes están para atenderlos, no para traficar con ellos. Cuando dejan de ser un fin y se convierten en un medio para ganar dinero es muy difícil que se les pueda atender como se debe.

Está publicado que las paradas cardiacas sirven para medir la calidad asistencial que prestan las UVI móviles, al ser un ejemplo de atención que debe ser rápida y protocolizada. El tiempo, nunca mejor dicho, pone a cada uno en su sitio, y Transinsa demostró en varias ocasiones que no está a la altura de los pacientes críticos. Cuando la supervivencia de un paciente disminuye entre un 6 y un 10 por ciento por cada minuto que pasa sin asistencia no existe margen para la relajación ni para excusas ni para otros intereses que no sean prestar la mejor asistencia posible. Los estándares de calidad deben cumplirse a rajatabla de día y de noche y debe evitarse cualquier situación que empeore los tiempos de respuesta. Es algo que se puede exigir, teniendo en cuenta la poca carga asistencial de las UVI móviles.

Por desgracia, en la situación actual no hay esperanza para este tipo de pacientes. Con la impunidad de los monopolios, Transinsa tiene ya libertad absoluta para hacer lo que quiera, incluso desobedecer órdenes médicas, ante la sumisión de los jefes del SAMU y con las consecuencias que cabe imaginar. Si el nuevo Consejero quiere una asistencia prehospitalaria de calidad, debería auditar inmediatamente a Transinsa y obligarla a estar a la altura del compromiso que asumió, o buscar a otra empresa que lo esté. De lo contrario, este grave problema de salud seguirá teniendo una mortalidad del 90 por ciento. Y las UVI móviles atienden sólo en Asturias a más de 300 personas cada año por parada cardiorrespiratoria.

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