El "caso Irene Lozano"
El "caso Irene Lozano" ha conseguido dar una vuelta de tuerca más en el desánimo y desapego de los ciudadanos respecto de la política. Una persona que miente en sus declaraciones (ver hemeroteca) y por tanto no tiene ningún respeto por los ciudadanos y menos aún por los posibles votantes, una persona que engaña a su partido (negocia con otro mientras sigue cobrando como representante de UPyD), una persona que insulta (ver hemeroteca) a las personas que piensan diferente a ella, una persona sin decencia (decencia según la RAE: dignidad y honestidad en los actos y en las palabras) no puede de ninguna manera ser la regeneradora de la democracia (ver sus propias declaraciones) y desde luego no tendrá mi voto. Ni ella ni los que la amparan porque todo les vale.
Y digo, ¿qué entienden ella y el PSOE por regenerar la democracia?
Porque corrupción no sólo es robar, hurtar o llevárselo crudo como quieran llamarlo. Corrupción también es mentir, engañar y actuar de forma deshonesta a sabiendas. En definitiva, alguien de quien no te puedes fiar, alguien, por lo tanto, en quien no pondría la administración de los dineros públicos ni la posibilidad de dictar leyes que afecten a mi vida personal y profesional.
A veces perdemos la perspectiva porque el ruido mediático (sobre todo de la televisión) nos presenta lenguajes y comportamientos zafios, vulgares e irrespetuosos con los demás y puede que compongamos una imagen de nuestra sociedad que no es.
Hay mucha gente, la mayoría, que es gente decente, cumplidora, que no engaña, que actúa con sinceridad y franqueza y en esas personas debemos confiar y fijar nuestra atención y tratar de sacarlas del anonimato para dar una imagen real de nuestra sociedad y que al pozo del silencio y del olvido, a poder ser, vayan esos otros. Está en nuestras manos.
Se oye a menudo que la política es una porquería. No nos engañemos. No es así. La política desvela y revela lo mejor y lo peor de cada uno. La política no nos engaña, al revés, nos dice cómo es cada cual. Otra cosa es que no queramos verlo.
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