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Pola de Siero y su Cristo de Santa Ana

12 de Octubre del 2009 - Benigno Martínez-Fuego (Siero)

Las tradiciones son la herencia cultural y el más preciado tesoro que un pueblo debe conservar, proteger, potenciar y mantener. Los polesos -tan mantenedores de nuestras tradiciones- tenemos que reconocer que no hemos sabido conservar las fiesas en honor de Santa Ana, más conocida como fiesta de "Los Caranquiños", cuya pérdida tal vez se deba al cambio de capilla, la entonces denominada de Santa Ana, por capilla del Cristo de Santa Ana, lo que hizo que fuera cobrando una importancia cada vez más relevante la fiesta del Cristo, adquiriendo tal protagonismo que determinó años después en la creación de una Cofradía, clave en la devoción de estas imagen, una de las más veneradas del concejo.

La fiesta en honor del Cristo de Santa Ana se celebra en la última decena del mes de septiembre, cuya imagen es bajada desde la capilla hasta la iglesia parroquial, donde se celebra con toda solemnidad la novena en su honor, que culmina con la subida de la imagen del Cristo en solemne procesión en la tarde del último domingo del mes. Procesión multitudinaria, muy emotiva y brillante por las calles de la villa, con un cortejo de peregrinos y penitentes, cumpliendo promesas en solicitud de amparo.

Desde primeras horas de la tarde, las calles polesas se veían llenas de gentes llegadas desde todos los rincones, devotos de todas las edades amortajados, descalzos, con velas en la mano y con la fe en el Cristo, acudían a la cita anual, para realizar la tradicional caminata acompañando al Divino Crucificado hasta su ermita. Dato sociológico este muy a tener en cuenta y difícil de explicar, tal como nos encontramos en lo que se refiere al espacio que ocupa la religión en nuestras vidas que una procesión celebrada en domingo y a una hora impropia, en el sentido de que se podía estar en otro tipo de manifestaciones, como son las siete y decía de la tarde, atrajera tanta gente, era una cosa muy importante y a tener en cuenta.

La procesión del Cristo de Santa Ana se mantiene, pero la pretendida modernización de las costumbres, provocó cambios en la celebración que pasó a la mañana del domingo, lo que resultó altamente lamentable, ya que en primer lugar desaparecido el tipismo y la esencia que la caracterizaba, y en segundo lugar que la participación en el retorno de la imagen del Cristo desde la iglesia a la ermita ha decrecido notablemente, hasta tal punto que podemos decir que se queda en los asistentes a la eucaristía, las calles polesas ya no son lugar de concentración de gentes llegadas desde todos los rincones para acompañar en día tan señalado a la milagrosa imagen hasta su ermita.

Además ahora hay cosas que afean, al menos turban los indudables encantos que tenía esta procesión del Cristo de Santa Ana, uno de ellos que la ruta procesional desde la iglesia a la capilla, se permitan vehículos estacionados en ambos lados de las angostas calles, lo que dificulta el paso a la carroza, trono de la imagen, banda de música y fieles devotos que participan en el cortejo, al que no acuden las autoridades para honrar una tradición cuyo hondo significado va más allá del papel que ocupa o deja de ocupar el clero en nuestra sociedad. Otro motivo es que la banda de música no interprete el himno nacional anunciando la salida de la imagen del templo, y que e Cristo no es portado a hombros como manda la tradición y tras el victorioso paseo por las calles, el soporte movil que lo desplaza no llega hasta la capilla, omo tradicionalmente se hacía cuando hombres orgullosos, portaban por turnos el peso de la imagen, que escoltada por sus fieles devotos y en solemne procesión llegaba al exterior de la ermita, junto al umbral del pórtico de entrada, donde se centraba el himno de este Cristo crucificado y doliente que tiene letra de josé Castañón y el que le puso música el maestro Embil, completando allí una estampa emotiva de por sí, para la retina de los presentes. Y lo que gana en comodidad, pierde en esa magia que tenía esta procesión, que fuera orgullo de muchas generaciones.

Y es que entre unas cosas y otras, la procesión del Cristo de Santa Ana fue decayendo, con el cambio ha perdido el hermoso reclamo y quiero hacer constar porque lo oí sentir entre los asistentes, el comentario libre respetuoso y sincero de muchos polesos que aman su pueblo, sus costumbres y tradiciones, reindivicar la prostergada procesión del Cristo de Santa Ana.

Los polesos, que tanto se le llena la boca cuando hablan de defensa numantina de sus costubmres y tradiciones, aquí tienen la oportunidad de demostrarlo. Pero a ver quien ye el guapu que se atreve a proponer, que por razones de magia y tradición, se vuelve a portar el Cristo a hombros la tarde del domingo.

El fundamento de este cambio lo desconocemos, pero considerando que respetando la historia, la costumbre, la tradición y aún el sentimiento, la procesión del Cristo de Santa Ana no puede tener otro emplazamiento que el que ocupó siempre, la tarde del último domingo de septiembre.

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