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Locos por el SATE

20 de Octubre del 2015 - José Emilio Bretón García (Avilés)

En estos últimos años del sector inmobiliario, venimos asistiendo a una frenética actividad en numerosos edificios residenciales. Estos consisten, de manera principal, en la instalación de una capa de aislamiento térmico sobre la envolvente del edificio, empleando para ello un sistema de aislamiento térmico exterior (SATE).

Para realizar de manera correcta este tipo de intervenciones, se requiere un profundo conocimiento tanto de las características constructivas de la envolvente térmica existente como de los procesos higrotérmicos que se producen en los edificios. De esta manera, la mejora que se pretende lograr no supondrá la aparición de posibles patologías, las cuales suelen manifestarse en los componentes de los cerramientos sobre los que se actúa cuando la intervención no se ajusta a la necesidad real. Esto sucede, en muchas ocasiones, cuando sobre un edificio se disponen sobre su envolvente térmica mayores niveles de aislamiento térmico de los que le son exigibles legal y técnicamente.

Por otra parte, para proceder al alquiler o venta de una vivienda es necesario que su propietario disponga de la correspondiente certificación energética. Este documento técnico se puede realizar de dos maneras: o tras un estudio pormenorizado y riguroso de las características constructivas de la vivienda o edificio o, bien, mediante el método simplificado, aplicando en este caso unos valores que, previsiblemente, se ajusten en muy poco a la realidad. Sorprende que, en la actualidad, ambos métodos sean válidos. Esto hace que, en numerosas ocasiones, la diferencia en la calificación energética aplicando uno u otro método pueda ser de dos letras, siendo esta diferencia considerable, penalizando a los propietarios que dispongan de una certificación energética para su vivienda que el técnico haya redactado empleando el método simplificado. Por todo ello, y como consecuencia de la baja calificación obtenida por este método simplificado, estos propietarios podrían verse obligados a acometer unas obras de mejora en su vivienda que posiblemente no sean necesarias. O que en caso de serlo, serían de menor envergadura, provocando con ello un despilfarro económico y un mal gasto de los recursos.

Para evitar que este tipo de situaciones se produzcan, es preciso que los propietarios de viviendas o edificios en los que sea necesario intervenir para mejorar sus condiciones higrotérmicas exijan a todos los agentes de la edificación que legalmente deben intervenir en las obras un profundo conocimiento de las características constructivas de su envolvente térmica y que, también, sepan observar todas las patologías que les afectan.

Incorporar un exceso de aislamiento térmico sobre la envolvente de un edificio residencial incrementa la humedad en el interior de las viviendas. Esto provoca que aumenten, de manera exponencial, las posibilidades de que se produzcan condensaciones en sus cerramientos, patologías que antes de la intervención no se producían.

Decía Frank Gehry, poseedor entre otros del premio "Pritzker" 1989 y del premio "Príncipe de Asturias" de las Artes 2014, que "en el mundo en que vivimos, el 98 por ciento de los edificios construidos es pura mierda. No hay sentido del diseño, ni respeto por la humanidad, por el buen criterio, ni por nada. Sólo hay edificios bobos".

Urge, por tanto, que los propietarios de viviendas o edificios, los técnicos y los organismos públicos extremen el rigor para que este tipo de intervenciones sólo se realicen cuando sean estrictamente necesarias, con el fin de evitar, como de hecho ya ha sucedido, que intervenciones sobre edificios ya realizadas den la razón a Frank Gehry.

José Emilio Bretón García, arquitecto

Avilés

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