Y nos dieron las dos, y las tres...
Con la puntualidad que la cosa requiere, nos llega, como cada semestre, el maldito o bendito, cambio de horario. Un acuerdo perverso que hace del día noche y de la noche día, que nos roba horas que luego tenemos que devolver que convierte el inicio del sueño en una pesadilla. Como casi todo en este mundo, la medida tiene defensores y detractores.
Cada último fin de semana de octubre, coincidiendo con la madrugada del sábado al domingo a las 3,00 horas, entra en vigor lo que se conoce como horario de invierno. Recuperamos de esta forma lo que se considera la hora oficial de España, aquella que nos corresponde por nuestra posición en el globo terráqueo, y que consiste en ir 1 hora por delante del Tiempo Universal del meridiano 0º (GMT), el meridiano del Greenwich, y que abandonamos a finales de marzo al adoptar el horario de verano, con 2 horas por delante del GMT.
Según los datos publicados por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético, este cambio de hora permite un ahorro de energía equivalente a unos trescientos millones de euros. De estos, noventa millones corresponderían al potencial de los hogares, lo que supone un ahorro de seis euros por hogar y los restantes se ahorrarían en los edificios del sector terciario y en la industria. En el caso concreto de Asturias, el ahorro energético supone solo un 0,4% del total, es decir, menos de un millón de euros.
Con la demencial política energética que tenemos, ¿alguien puede estimar el precio del kilovatio/Soria y afirmar que cada hogar ahorra seis euros al año? Por otra parte, en los días posteriores a los cambios, invertimos entre seis y ocho horas en discutir con los compañeros de trabajo si el reloj es bueno o malo adelantarlo o atrasarlo, con la consiguiente pérdida de productividad. Como pueden ver, va lo comido por lo servido.
En resumidas cuentas, no olviden atrasar sus relojes en la madrugada del sábado al domingo próximos, y mírenlo por el lado positivo: este fin de semana, tendrán una hora más para disfrutarlo... el que no se consuela es porque no quiere.
Todo esto les parecerá una broma, pero, en el fondo, lo que me fastidia es que no sé dónde estaré el 25-0 entre las dos y las tres de la mañana.
¡Feliz y larga noche a todos!
EZ.
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