Glamour o despilfarro en la capital asturiana
Brillante y colorido, anuncian las crónicas, ha sido el espectáculo de la entrega de premios de una fundación privada en diversas dependencias oficiales de la ciudad de Oviedo extendida también a otras ciudades asturianas.
Las cuentas de cuánto nos ha costado la fiesta no aparecen por ninguna de las informaciones fidedignas.
En esas cuentas hay muy diversos capítulos que incluyen desde luego los gastos extras de miles de policías de uniforme (uniforme extenso, con chalecos antibalas y material de asalto cuya desproporción no se trataba de ocultar ni siquiera cuando esa indumentaria represiva se la colocaban de espaldas y a dos metros de los supuestos enemigos, desmintiendo visualmente el peligro, o teatralizando cómicamente su papel disuasorio en las tablas) y los otros cientos de civil que tampoco es que en su mayoría buscaran el anonimato o bien es que les faltaba un poco de adiestramiento para pasar inadvertidos.
¿Cuánto nos costó esta juerga solamente en el capítulo policial-militar a todas luces absolutamente innecesario conocidas, firmadas, anunciadas y controladas todas las expresiones de rechazo, varias de ellas de carácter institucional?
De otros trajes y otros uniformes comprados a alquilados para la ocasión, abundantes y coloridos, costaría mucho que una investigadora rigurosa lograra documentación pertinente, ya que la única excepción parecía ser la guayabera del cubano.
Es posible incluso que estos uniformes ligeros fuesen más costosos que las toneladas de material que portaban los policías, excluyendo las armas de matar.
Luego está el desfile de coches caros. ¿Cuántos?, ¿los contó alguien?, ¿los llegó a contar acaso algún humilde agente municipal cuando ocuparon ilegalmente esquinas, calles peatonales de prohibido acceso, y otros aparcamientos ilegítimos por los que seguramente el ayuntamiento ni puso multas ni cobró diezmos, al contrario de lo que sí hace cotidianamente con la ciudadanía normalizada?
Luego están los gastos, ciertamente menores, de gaiteros de calle (con orden expresa de hacer mucho ruido para contrarrestar a la disidencia, lo cual en sí mismo es otra muestra más de desprecio a nuestras bandas de gaitas) y otras músicas, de cámara, pero a cuyo reclamo se volvieron a juntar trajes de diversa carestía, y se invirtieron significativas cantidades del erario para pinchos, comidas y otros sustentos gastronómicos.
El rechazo a este montaje lleva varios años sustanciándose , en opiniones y en expresiones de calle: por cierto con tres años de intento de prohibición por parte del gobierno, y con tres sentencias jurídicas que impiden la censura: esa reincidencia del gobierno central..¿no se convierte en delito a reprobar?
Lo nuevo este año ha sido una mayor institucionalización de la protesta por la mezcolanza mal-intencionada entre lo público y lo privado. Y también la invención de una plataforma ciudadana a favor, como si ese a favor no tuviera, decenas de años evidente expresión pública.
Al considerarse la capital ovetense tradicionalmente una ciudad de derechas y con resabios de no superación aun de las contiendas civiles del 34 y el 36.. (entre otros datos con fosas de ejecuciones extrajudiciales todavía sin investigar, y con simbología de la dictadura sin retirar de la ciudad) alguna gente que estuvo observando desde dentro la parafernalia civilista de los a favor se sorprendieron del ambiente prebélico que lo sustentaba. Y eso ciertamente sí que es peligroso.
Pero lo que la Fundición lidera en estas fechas de ochobre es sobremanera una acción colonizadora, que precisa de consensos para ser descolonizada. Como el Sahara, aunque se piense que no viene a cuento.
A cuento y a tiempo viene, a 40 años de que el dictador dejara con el culo al aire a sus militares en la colonia española. Aquel dictador designó a dedo a su sucesor, el rey. A cuento y a tiempo de cumplir con las recomendaciones de la ONU de descolonizar.
Y la Fundición no tiene por qué pasar por un proceso neoliberal de privatización porque siempre ha sido privada. Pero hace uso indebido de espacios, dineros y simbología públicas, lo cual choca, de frente, con una democracia liberal, con las libertades inherentes, con el raciocinioy con los padecimientos nada glamorosos de buena parte de la ciudadanía asturiana, provocados por la avaricia insaciable de quienes fueron a regalar sus besamanos y parabienes a quienes nunca fueron electos.
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