Pasión de catalanes
¿Qué es lo que está realmente ocurriendo en Cataluña? ¿Cómo es posible que tantos catalanes se hayan ido sumando a esa alocada corriente independentista capitaneada por Oriol Junqueras, con Artur Mas como artista invitado? ¿Cuáles son los verdaderos intereses de sus protagonistas y adláteres para continuar en una carrera que, como mal menor, no conduce a ninguna parte, por no decir al abismo? ¿Cómo se puede entender que tantos ciudadanos de Cataluña no sean capaces de identificar los graves perjuicios que les traería una hipotética independencia de España que, por otra parte, les dejaría sumidos en la nada? Preguntas todas ellas bastante difíciles de contestar desde un plano de racionalidad política, máxime en unos tiempos en los que, más que nunca, la unión hace la fuerza. Salvo que pensemos de manera aviesa, que alguien esté intentando una huida hacia adelante, con calculadas maniobras de distracción, para tratar de eludir responsabilidades con la justicia, cada vez más evidentes, nadie, en su sano juicio, podría dar respuesta a tanto despropósito y exacerbado desatino.
Desde el 23 de diciembre de 2010, fecha en la que A. Mas fue investido por primera vez presidente de la Generalidad de Cataluña, el desafío independentista catalán, siempre en estado latente, ha ido tomando cuerpo, cada vez con más fuerza, hasta llegar al momento actual en el que ya, sin ambages, se atenta abiertamente contra el Estado de derecho que consagra la Constitución española de 1978. El grito de ¡Viva la república catalana! pronunciado por la extremista Carme Forcadell al ser elegida presidenta del Parlamento de Cataluña, el pasado 26 de octubre, es el punto álgido de todo este proceso: el cénit del paroxismo.
Malos tiempos se avecinan para Cataluña que, además de estar haciendo el ridículo urbi et orbi se está ganando, día a día, y cada vez con más intensidad, el rechazo de una inmensa mayoría de españoles que ni entienden, ni comprenden, ni aceptan este tipo de planteamientos, tan meridianamente inoportunos en el tiempo cómo clamorosamente fuera de lugar. En este estado de las cosas, el problema no se quedará únicamente en la magnitud que declara tener intención de adoptar el ex eurodiputado Antonio Masip, quien proclamó públicamente que dejará de tomar Cola Cao, encolerizado por el apoyo que el presidente del grupo Nutrexpa está dando al plan separatista de A. Mas; esto sólo sería el chocolate del loro. El verdadero problema se podrá presentar cuando millones de loros se pongan, simultáneamente, a comer chocolate. ¿Qué pasará si miles y miles de españoles, en manifiesta y entendible reacción a tan desatolondrado plan secesionista, empiezan a retirar sus depósitos de las entidades bancarias cuyos colores se identifiquen con la señera de Cataluña? Esto sin tener en cuenta el rechazo que se puede producir a la adquisición de productos catalanes, frente a otras alternativas. Un primer test lo podremos tener en las ya cercanas fiestas de Navidad y Fin de Año, en las que los brindis con cava catalán probablemente tengan una menor presencia. Claro que siempre habrá alguien que trate de asociar este efecto con la crisis económica, en un retorcido intento de desviar la atención del auténtico problema, cuando la interpretación más realista sería la de un boicot generalizado. ¿Cómo reaccionaría el empresariado catalán ante una situación de esta envergadura, y en qué situación quedarían los promotores de este desaguisado?
En resumen, y para desgracia de los catalanes de pro, alguien, con nombres y apellidos, está tratando de emular la fábula de los Hermanos Grimm, El flautista de Hamelín, que, como todos conocemos, ya sabemos en que acabó.
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