Ara Malikian

3 de Noviembre del 2015 - Marcelo Noboa Fiallo (Gijon)

El pasado día 30 de octubre tuve el privilegio y el placer de volver a ver y escuchar a Ara Malikian. Este mago del violín que lleva la música en las venas y que transmite, como nadie, el placer de disfrutar de la música que consigue arrancar a su violín y a ese grupo de magníficos músicos que le acompañan.

Lamento no estar de acuerdo con el crítico musical Eduardo Viñuela (LNE, 31 de noviembre 2015), quien afirma que la fórmula Malikian funciona. Como si de una apuesta por un modelo o un estilo de hacer música se tratara. Su manera de estar en el escenario, su manera de transmitir, su manera de contar sus aventuras musicales (sabedor de que el público se hace cómplice de sus mentirijillas) son consustanciales a su personalidad. No es una fórmula. En otras palabras, Malikian no podría hacer y tocar música de otra manera. Su propia biografía lo delata: los años con la Filarmónica de Madrid se le hicieron eternos, aunque fuera el primer concertino. Demasiado encorsetado, demasiado previsible, demasiada impostura para él. De alguna manera, nos recuerda a esa otra personalidad desbordante que fue el genial Mozart.

Cuando uno consulta la biografía de este violinista único e irrepetible, aparece, ¡por fin!, músico español de origen libanés y raíces armenias; amén del orgullo que ello representa para España, uno no puede dejar de recordar el vía crucis que este hombre tuvo que soportar para conseguir la nacionalidad española.

Cualquier otro país (EE UU, Francia, Alemania, Gran Bretaña) se sentiría orgulloso por tener a este músico entre sus referentes culturales, un ser humano irrepetible que actualmente está considerado uno de los tres mejores violinistas del mundo, y no habría tardado ni cuarenta y ocho horas en concederle la nacionalidad.

Pero ya sabemos qué gobernantes tenemos. Fue en 2010, siendo ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, que pasaba por ser el ministro más culto del Gobierno, cuando Malikian decidió solicitar la nacionalidad española. Le apetecía muchísimo ser español: ama esta tierra, ama su cultura y su historia.

Si Malikian hubiese sido futbolista o deportista de élite, la nacionalidad no habría tardado ni una semana. Ahí están los casos del futbolista brasileño Diego Costa, de los jugadores de baloncesto Serge Ibaka y Nico Mirotic y de un ramillete de atletas que compiten bajo la bandera española. Es el mismo Gobierno que sube el IVA de la cultura al 21 por ciento el que denegaba la nacionalidad al músico, que juega la "Champions Ligue" de la cultura y que se lo disputan los escenarios más exigentes del mundo.

Obtuvo su permiso de residencia en España el 10 de agosto de 2001, aunque llevaba ya varios años viviendo y trabajando en nuestro país y pagando sus impuestos. Cursó la petición de nacionalidad el 9 de marzo de 2010, cuando aún no se habían cumplido los diez años de residencia, requisito que la Administración española exige, salvo que medie matrimonio con ciudadana española. Muchos fueron los que le aconsejaron que se casara con su actual pareja, con la que, además, tiene un hijo; pero él, fiel a sus principios, entendía que no podía utilizar esa triquiñuela para obtener la nacionalidad, ni tampoco quiso recurrir a las numerosas personalidades del mundo de la cultura y de la política que estaban dispuestas a interceder por él. Sencillamente, le parecía absolutamente kafkiana su situación, hasta que corrió como la pólvora por la red y por los distintos medios de comunicación la gran estupidez gubernamental y surgieron las miles de adhesiones a su causa, denunciando la vergüenza que ello suponía para España. Sólo en ese momento reaccionó el Gobierno.

Por su parte, éstas fueron sus palabras para agradecer los apoyos recibidos: "No tengo palabras para agradecer todo el cariño y el apoyo que he recibido de todos. Estoy tan emocionado. También pido disculpas por haber armado tanto jaleo. Prefiero que se hable de mí por tocar el violín que por razones extrañas como 'denegar una nacionalidad'. También me siento avergonzado por haber acaparado tanto la atención con este asunto, porque, a mí, que se me deniegue la nacionalidad no me va a cambiar mucho la vida. Seguiré igual de feliz como libanés que como español. Sin embargo, tengo compañeros extranjeros para quienes obtener la nacionalidad es crucial para ellos. Ser denegada la solicitud podría significar hasta la deportación. Espero, por lo menos, que esta anécdota ayude a concienciar del trato tan injusto que recibimos los extranjeros; somos tantos los que por negligencia, incompetencia o pereza burocrática nos vemos obligados a cambiar el destino de nuestras vidas".

Hoy, Malikian ya no quiere recordar el atropello, sólo quiere hacer y transmitir música de la manera que al él le gusta y repetir en todos los escenarios que cuando llegó a Madrid y descubrió el jamón, se dijo a sí mismo "aquí me quedo". De esta manera tan entrañable y buscando la complicidad del público, este año celebra su decimoquinto aniversario viviendo en España y lo hace recorriendo los lugares donde le quieran escuchar, acompañado de su pareja y de su hijo.

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