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Morir con dignidad

11 de Noviembre del 2015 - Juan Antonio Salcedo Mata y Montserrat Nespral Gaztelumendi (Ortiguera, Coaña)

Hemos leído el comentario sobre "La muerte digna", de don Ignacio Gracia, publicado en LA NUEVA ESPAÑA del Occidente el 29 de octubre de 2015, y quisiéramos hacer algunos comentarios al respecto.

Podemos estar de acuerdo en que la sociedad actual es hedonista; su objetivo es el placer, no el sufrimiento, y no es extraño que no acepte el envejecimiento ni la muerte como algo natural que va a ocurrir tarde o temprano. Ciertos intereses y la publicidad han fomentado este hecho, han creado la idea errónea de que tenemos solución para todos los males que aquejan al ser humano. Pero no podemos estar de acuerdo en que el hecho de calificar a la muerte de digna sea un "eufemismo terrorífico" y, además, hipócrita.

¿Qué entendemos por muerte digna o morir con dignidad? La Organización Médica Colegial y la Sociedad Española de Cuidados Paliativos asumen que este concepto puede tener significados diversos y a veces contrapuestos, motivo por el cual otros prefieren hablar del derecho que nos asiste a la dignidad en el proceso de morir. El problema radica en saber a qué nos estamos refiriendo para evitar interpretaciones erróneas que, en ocasiones, se utilizan de forma torticera según credos e ideologías. Se muere con dignidad cuando se preserva el derecho a la confidencialidad, se respeta la autonomía del paciente en el proceso de toma de decisiones, se respeta el derecho a recibir cuidados paliativos y se evita el encarnizamiento terapéutico (no es admisible recibir todo tipo de atención y asistencia tecnológica para mantener la vida biológica de manera ilimitada cuando el conocimiento científico y la experiencia profesional indican que dichos tratamientos no evitarán la muerte final o lo harán con unas condiciones ínfimas de calidad de vida personal, siempre a juicio del paciente). Existe acuerdo sustantivo, en el plano jurídico y ético, de que morir dignamente debe cumplir estos requisitos.

Según lo expuesto, la decisión adoptada por los padres de la niña a la que se refiere el señor Gracia, y de todos conocida, estuvo acertada. Lo contrario hubiera supuesto encarnizamiento terapéutico.

El lenguaje debe ser clarificador y para ello debemos utilizar las palabras adecuadas para expresar sin equívocos lo que queremos decir. Ejemplo claro es la eutanasia (del griego "euthanasia"), que significa "buena muerte" y se utiliza para referirse al hecho de ayudar a morir a una persona si ésta lo solicita. Si eufemismo, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, significa "manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante", y por digna entiende en su primera acepción "merecedor de algo", ¿es lógico aplicarlas al proceso de morir con dignidad?, ¿es pura hipocresía hedonista? Efectivamente, la muerte es sagrada y su abordaje no permite frivolidades.

Juan Antonio Salcedo Mata y Montserrat Nespral Gaztelumendi,

equipo de apoyo de cuidados paliativos, área 1

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