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Réplica a la carta de Irene Miranda Fernández

11 de Noviembre del 2015 - Sofía Perera Martínez (Oviedo)

Respondo a su carta, publicada por LNE, referente a mi denuncia sobre las becas de prácticas en EDP, ejerciendo así mi derecho a réplica. Debo puntualizar que ya había leído su carta abierta en Facebook y, como sabrá, ya le había respondido, pero ya que no parece dispuesta a dejar el tema, contestaré también públicamente.

Primero, sé que historia no va con mayúscula generalmente, pero elegí escribirla así para hacer referencia a la gran Historia, la Historia de la Humanidad. Es posible que no fuera muy correcto, es verdad. Pero supongo que, más allá del amor por nuestra lengua, lo que pretendía usted con esa corrección era descalificarme de primeras para mostrar que soy una repipi que ni siquiera sabe escribir correctamente. Es legítimo, pero desde mi punto de vista, lo encuentro infantil.

Entrando ya en materia, tal vez haya a quien le parezca apropiado asignar unas prácticas "al azar", como bien señala usted. A mí no, y estoy en todo mi derecho de pensar así. No me parece lógico ni funcional porque, a pesar de estudiar la misma carrera, no todos tenemos el mismo currículum, y, como ya dije en mi carta, es evidente que ni siquiera consultaron nuestra localidad de residencia. Y eso demuestra una total falta de interés y, además, es algo con fácil solución: dejen que los alumnos elijan su puesto por orden de adjudicación.

En su carta original en Facebook, me sugería usted amablemente que me comprara un GPS con el dinero de la beca, para así poder encontrar el edificio que me fue asignado. Me alegra ver que ha eliminado este párrafo, entendiendo que no era apropiado ni elegante. Supongo que se vino usted arriba con la pataleta, como dice en su carta que he hecho yo. Sin embargo, sigue insistiendo en intentar hacer ver que soy una niña mimada y malcriada que espera que la vengan a recoger a la puerta de su casa, cuando lo que yo señalaba en mi carta es que ni siquiera nos proporcionaron una dirección exacta ni un teléfono. Y era esa desinformación la que yo denunciaba.

Encuentro divertido su comentario paternalista de "cuando seas mayor y cruces el Huerna, querida Sofía". Resulta muy atrevido por su parte hacer este tipo de afirmaciones sin tener ni idea de mi vida. En ningún momento de mi carta di a entender nada sobre mis vivencias, pero ya que lo saca a colación, le diré que esta no es mi primera carrera universitaria, sino la segunda. La primera la estudié fuera de Asturias. Además, he vivido dos veces en el extranjero, en total sumando más de un año.

Podría atreverme a sugerir que vivir fuera es algo de lo que no tiene usted ni idea, ya que ha crecido, estudiado y trabajado en Asturias toda su vida. Pero me lo ahorro, porque no la conozco y, por tanto, no tengo porqué sacar conclusiones sobre su vida. No las saque usted sobre la mía, pues.

Me dijeron que me cambiarían de puesto, sí, pero al día siguiente la misma persona me contó un cuento diferente. Para mí esto refleja una gran desorganización. Nadie fue capaz de darme información útil, y es esto lo que denuncio en mi carta.

En cuanto al acto de presentación, mantengo y repito que fue esencialmente un acto publicitario de EDP. No nos ofrecieron ninguna información concreta sobre nuestro puesto ni funciones, tan sólo un papel. Y ni siquiera nos dejaron plantear las dudas y preguntas que, le aseguro, TODOS teníamos. Ojalá hubiera usted asistido a la presentación de prácticas de IKEA hace un par de semanas en la Facultad de Economía. Eso sí que fue una presentación en condiciones.

Voy a ser sincera: poca gente sueña con trabajar en EDP. Los estudiantes se apuntan a esas prácticas porque son remuneradas. Eliminen las becas (por cierto, sé de sobra qué es una beca, pues llevo becada casi toda mi vida) y ya veremos cuántos estudiantes envían su solicitud. Porque el hecho es que esa formación de la que usted habla, no es tanta ni tan buena. Conozco gente que ha estado de becario en distintos departamentos y en diferentes años y todos coinciden en que formación poca. Más bien trabajos repetitivos rellenando excels. Así que perdóneme usted si me niego a creer que esta fuera a ser una de las mejores oportunidades que voy a recibir en mi vida.

Y llegamos finalmente al asunto de los 300 euros que tanto parece turbarla.

El dinero me venía estupendamente. No sabe usted nada sobre mí ni sobre mi situación familiar ni económica y, si rechacé la beca, no fue por delirios de grandeza ni prepotencia.

Como ya dije, la razón de más peso que la mayoría teníamos para pedir esas becas era, precisamente, que estaban remuneradas. Si la rechacé no fue por el dinero, sino A PESAR del dinero.

Descontando la gasolina, me quedaban 200 euros, un dinero que habría estado igualmente bien para mí. Sin embargo, después de todos los desplantes y de sentirme humillada por las formas y el trato, sentía que NO quería trabajar en EDP y, por ese motivo, me parecía estar vendiéndome si aceptaba el trabajo, porque lo estaría haciendo exclusivamente por el dinero. Y eso, para mí, es venderse.

Pone usted mucho empeño en intentar hacer ver que mi rechazo radica en que no me parece digno trabajar por 300 euros. Está usted muy equivocada. Trabajaría gratis en un sitio en el que me ofrecieran formación de verdad y donde me sintiera valorada. Pero, sin embargo, me niego a trabajar por 300 en un sitio donde, ya antes de entrar, me han hecho sentir como un número más y donde no han sido capaces de darme información siquiera.

En nada tiene que afectar esto al resto de compañeros que sí hayan aceptado las becas, algunos de los cuales son amigos y compañeros míos. Ellos probablemente no habrán pasado por lo que pasé yo y, si están contentos en su puesto, me alegro. Muchos becarios leyeron mi carta y ninguno se mostró ofendido por lo que escribí, porque si lo rechacé, repito, no fue porque la paga me pareciera indigna, como usted pretende hacer ver, sino porque el trato y el proceso de selección no me parecieron justos.

Lo que denunciaba hacia el final de mi carta es que se nos dice que, en los tiempos de hoy en día, no se puede rechazar nada. Que, si consigues unas prácticas remuneradas, deberías ser la persona más feliz del mundo y tragar con todo. Y, en mi opinión, es este pensamiento el que debería ser erradicado. ¿Sabía usted que en Francia, por ejemplo, es obligatorio remunerar las prácticas con un salario mínimo de más de 400 euros y garantizando formación?

Mucha gente nos dice, como usted en su carta, que "no sabes nada de cómo funciona el mundo, en tu vida laboral vas a tener que tragar y callar poniendo una sonrisa, etc". Tal vez me pregunten dentro de 20 años y esté de vuelta de todo y sea yo la primera en decir eso, pero a día de hoy, creo que no viene mal que los jóvenes seamos un poco idealistas y tengamos un poco de ilusión por lo que hacemos y lo que podemos llegar a hacer.

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