Acceso de discapacitados en sillas de ruedas al Carlos Tartiere
Acudo a ver los partidos de Liga del Real Oviedo, acompañando a mi padre, quien utiliza silla de ruedas manual al sufrir una hemiplejia en su lado izquierdo. Tras los distintos dispositivos de control de la Policía Local, que tanto en el acceso superior desde la calle Alejandro Casona, como en la glorieta de la zona inferior previa al campo, que comunica la calle Ricardo Vázquez Prada, con la calle Antón, nos solicitan acreditemos nuestro acceso en coche con la tarjeta minusválido, por fin, voy a aparcar el coche, si es que tengo sitio, en las plazas habilitadas para minusválidos. En la fecha descrita, tuve suerte y encontré plaza a media altura de la cuesta de la calle Antón, cerca de la entrada a las pistas de tenis.
Después de la excursión por la zona, me dirijo a lo que está reflejada como puerta de acceso en mi carnet, entre otras la puerta 3, y por la que llevo accediendo al estadio durante los siete años que está mi padre en esta situación, así como también lo venía haciendo él durante el resto de años que lleva sito el Tartiere en este nuevo emplazamiento, cuando un vigilante de seguridad me niega el acceso indicando que las personas en sillas de ruedas tienen que entrar por la puerta 17.
Ante mi negativa a realizar lo que supone una nueva excursión, con bajadas, desniveles, subidas y más subidas, con porcentajes de desnivel insospechados a intolerables para ir empujando una silla de ruedas, y más teniendo reflejado en mi carnet la puerta de entrada justo donde estaba solicitando el acceso al campo, y la negativa del vigilante de seguridad a permitirme la entrada me dirigí a las oficinas del club a poner una reclamación, lo que supuso la espera de una cola de 35 minutos de duración, y por supuesto, la pérdida del partido.
El personal del club (muy amablemente) tan sólo transmitió lo que alegó era “normativa de la Liga Profesional” y que todos los campos de Primera y Segunda debían cumplir. Es evidente que, las normas han de cumplirse pero ello no implica que se hagan discriminando a aquellos que más indefensos se encuentran, procediendo en este caso a llegar al más absoluto absurdo de hacer a unas personas discapacitadas que se desplazan en silla de ruedas, a dar la vuelta al campo de fútbol a la zona de mayor dificultad y de más difícil acceso. A ello hemos apuntar que el aparcamiento de minusválido se encuentra en el extremo inferior del campo, en la calle Antón, y la entrada pro la que te obligan a acceder es la más alejada y distante del que se supone es el lugar donde has dejado el vehículo.
La mínima lógica establece que, se permita el acceso a las personas de movilidad reducida pro una determinada zona, pero ello no implica que se les prohiba el acceso por el resto si este es posible. La discriminación es absoluta cuando todas las personas que acudan al campo de fútbol pueden entrar pro cualesquiera de las puertas, con una mera entrada o con su carnet y, sin embargo, a las personas que se ven impedidas a hacerlo por su propio pie, se les obliga a cubrir el “Angliru del Tartiere”.
Que haya normas que obliguen a tener una entrada preferente para este tipo de personas, no implica que esa preferencia discrimine a aquellos que van a acceder al campo. Insisto: es excluyente y discriminatoria la norma, o mejor, el sistema de aplicación de la misma. Las normas están para interpretarlas y de su interpretación o lectura no se colige que se excluya todo acceso a estas personas de movilidad reducida por cualquier sitio del campo de fútbol excepción de una puerta, que por más señas tiene el acceso más incómodo, alejado y costoso del campo de fútbol. Por tanto, establecer una entrada de acceso determinada, puede ser, pero no cualquier entrada. El campo tiene 24 puertas de entrada y te obligan a hacerlo por una, la más alejada.
Las recomendaciones técnicas y requisitos de la FIFA reflejan en su número 37.7 p, dentro de lo que denomina “Servicios de emergencia y espectadores discapacitados”, determinada que se deberán prever estacionamientos, adyacentes al estadio y dentro del mismo..., para los vehículos de espectadores discapacitados. Estos estacionamientos están ubicados de tal manera que permitan un ingreso y salida directos y sin obstáculos del estadio, totalmente separados de las vías de acceso del público.
Pero si nos vamos a la recomendación 6.4 p, que recoge la normativa para acomodar a los espectadores discapacitados, se establece que, en todos lo estadios se deberá tomar las medidas necesarias para acomodar segura y confortablemente a espectadores discapacitados, incluyendo una buen avista y rampas para sillas de ruedas, instalaciones sanitarias y servicios de asistencia. La calidad de la ubicación de los asientos y las opciones de tipo de boletos deberán ser variadas a fin de ofrecer a las personas discapacitadas las mismas oportunidades que a espectadores sin minusvalías. Las personas discapacitadas en sillas de ruedas deberán tener la posibilidad de ingresar al estadio –incluidas las zonas de los VIP, VVIP, medios, radiodifusión y jugadores– y desplazarse a sus lugares asignados sin grandes inconvenientes para ellas mismas y demás espectadores. Los espectadores discapacitados deberán disponer de su propio portón de entrada, desde el cual tendrán acceso directo con las sillas de ruedas a sus respectivos lugares, lo que no deberán estar ubicados en zonas en las que su incapacidad para desplazarse rápidamente constituya un obstáculo para los demás espectadores en caso de emergencia... En dichas plataformas, al costado de cada posición de una silla de ruedas, habrá un asiento a disposición de un acompañante... Convendrá consultar a un especialista en accesibilidad para determinar los diseños del estadio a fin de cumplir las normas internacionales pertinentes.
Por lo expuesto, se trata por tanto de cumplir la normativa con una mínima inteligencia “espacial”. El hecho de que e determine un acceso al campo para las personas con discapacidad, no implica que se de cumplimiento a la normativa simplemente pro establecer una puerta de acceso, sino que dicha puerta ha de ser de fácil acceso, ubicada en una zona cercana e inmediata al aparcamiento y con las mismas oportunidades que al resto de espectadores. Es evidente que en este caso, el “especialista de accesibilidad” no debía de estar muy inspirado cuando eligió el acceso, o quizás simplemente consista en tratar de utilizar unas cuantas neuronas y situarse por un momento en la piel del discapacitado y sus limitaciones. Y ello, sin dejar a un lado que esas personas, en su inmensa mayoría necesitan de un tercero que les acompañe, como es mi caso, y que es evidente, no disponen de asiento alguno al lado que les acompañe, como es mi caso, y que es evidente, no disponen de asiento alguno al lado del sitio habilitado para la silla de ruedas para ejercer la labor que pretenden, acompañar al discapacitado a los fines de prestarle la ayuda que precise durante el desarrollo del partido.
Señores directivos del Real Oviedo, les ruego recapaciten y hagan algo al respecto, ante una situación cuando menos absurda, vergonzante y discriminatoria.
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