Más sobre relojes de sol; de nuevo, el de Lugás
Relojes de sol, un motivo para quien esto escribe de una insistencia inacabable. Si el reloj de sol dio a los estudiosos motivos para amplios tratados, para que te empapes más, en ese mundo de la gnómica o gnomónica o ciencia de los cuadrantes solares, es por lo que vuelvo a insistirte con un reloj de sol, casi podríamos decir excepcional: el recuperado en la pared sur de la iglesia de Santa María de Lugás.
En este mi acercamiento a los relojes de sol, cada día avanzo un poco más y cada día nuevas sorpresas me van adentrando en las interioridades de esa ciencia, que es la gnómica o gnomónica o ciencia de los horologios o relojes solares. Uno de estos últimos días, al verificar una cita en la Biblia Sacra, según la Vulgata Clementina, en la edición del padre Alberto Colunga, dominico, y de don Lorenzo Turrado, profesor de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de Salamanca, me encontré con la ilustración de un reloj solar fenicio que se exhibe en el Museo del Louvre en París.
Ilustraba el siguiente pasaje del profeta Isaías: "Y se dirigió la palabra de Dios a Isaías, diciéndole: Vete y dí a Ezequías: 'Esto dice el Señor Dios de David, tu padre: he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas: Voy a añadir a tus días quince años, y te libraré de las manos del rey de los asirios a ti y a esta ciudad. Ésta es la señal que te dará el Señor tu Dios de que cumplirá lo que te ha dicho: haré retroceder la sombra de las líneas por las que había descendido el sol en el reloj de Acaz, a la caída del Sol'. Y retrocedió el Sol diez líneas, según los grados que había descendido” (Is. 38, 4-8). Líneas, sombras, grados… casi un compendio de un tratado sobre el reloj de sol. Puedes imaginarte la satisfacción con que te ayudo a descubrir esta perla contenida en nuestra Biblia, a través de este reloj de sol, cual lo utilizaban los pueblos del mundo antiguo, asirios, fenicios, hebreos.
Vitruvio, en su tratado "Sobre la arquitectura", en su capítulo VIII del Libro IX, hace resonar parecidos conceptos: "En Roma, a nueve partes del gnomon corresponden ocho de sombra. Si se tira una línea sobre un plano, de su medio se levantará una perpendicular, que se llama gnomon". El reloj llamado semicírculo, excavado en un cuadrado, con inclinación al ecuador, fue invención de Beroso Caldeo, nos dirá el maestro de los arquitectos, Vitruvio. El de Escafa o hemisferio lo inventó Aristarco
de Samos. Por esos derroteros seguirá elucidando novedades el tratado "Sobre la arquitectura". El plintio o lacunario lo inventó Escopas Siracusano. Patrocles, el pelecino. ¿Para qué seguir elucubrando, si al final vas a quedarte sólo con la idea general de que para diseñar un reloj de sol se necesita saber mucho sobre arquitectura?
Subtítulo :La apasionante ciencia de los cuadrantes solares
Destacado: La aplicación de sofisticados medios de fotografía con rayos infrarrojos y ultravioleta llevada a cabo, con mano de experta, por la restauradora Paula Sánchez Ablanedo, con el asesoramiento del experto en gnomónica Francisco Javier Llera, ha permitido a la parroquia de Lugás recuperar una señal hermosa de su pasado de fe, el litúrgico reloj de sol
Para el discípulo seguidor de Vitruvio, Marco Cetio Faventino, que vivió por el siglo III de nuestra era, quiero decirte con satisfacción que si deseas conocer algo sobre su capítulo dedicado a los relojes de sol no lo encontrarás en lengua castellana, si no es en la edición y traducción que yo mismo preparé para el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Asturias. Es un medio de enlace entre la gnómica o gnomónica, que es otra manera de designar la ciencia de los relojes de sol.
Voy a permitirte que te asomes, siquiera muy superficialmente, a las teorías sobre "Reloxes horizontales, reloxes cylindros y reloxes ánulos" de que habla Juan de Arfe y Villafañe en su tratado "De varia commensuración para la escultura y arquitectura". Me complace sobremanera la interpretación que a seguido voy a ofrecerte: además de la figura humana, de los animales, de los órdenes clásicos, habla de las piezas de iglesia y servicio del culto divino, como puede ser de las andas, de los altares, de los cálices, aguamaniles, del báculo, de las piezas de la procesión, de las custodias, de los candelabros y de las lámparas, sobre qué proporciones han de guardarse al diseñarlas. En tal contexto, no es difícil atribuir a sus reloxes verticales o declinantes una función litúrgica, siendo ésa la razón de definir bien a las claras la hora para la misa de doce o la de orientar sobre las horas canónicas de prima, tercia, sexta nona y vísperas, que conforman el día monástico y, por imitación, el día de las gentes del campo, de los campesinos, que ven acompañarse las horas de su día por los toques de oraciones, a que invita la llamada de la campana, que ha de sonar con exactitud a la hora de sexta o del mediodía, que supone un alto en el camino, marcado por el rezo del
ángelus, al igual que a la hora de prima o toque de alba o a la de vísperas, que se hará al declinar la tarde, marcado por el toque de ánimas o de oraciones. Esos tres momentos del día quedaban perfectamente señalados por la hora solar de prima, sexta y nona. Para lograr su exactitud, gobernada por el Sol, el uso del reloj solar quedaba justificado como un instrumento auxiliar del culto, de la liturgia y de la piedad privada.
Cuando la iglesia de la parroquia-santuario de Nuestra Señora de Lugás se planteó encargar un reloj de sol, realizado según rigurosos cánones de perfección, no dudó en encargarlo a un monje exclaustrado de Corias por efecto de la Desamortización. Este monje, que en su convento o monasterio cauriense se había distinguido por sus dotes de hábil "maestro de obras", incluía las cualidades de arquitecto y de aparejador y de experto conocedor de gnómica o gnomónica, tal cual las había demostrado en la construcción del claustro de su monasterio, con otras muchas obras realizadas fuera del recinto monacal, entre las cuales se cuenta un "cuadrante" o reloj de sol y unas vidrieras emplomadas para el santuario de la Virgen de Lugás, todo ejecutado con la mayor perfección. Tratábase del monje benedictino fray Hilarión de Ugaldea, vizcaíno, profeso en el monasterio de San Juan Bautista de Corias, en cuya librería monástica había tenido la ocasión de rodearse de los mejores tratados clásicos del arte de la arquitectura, técnicas que logró dominar cual consumado maestro.
La confección, experimentada en Corias, del reloj de sol de Lugás, en que empleó más de un mes, incluidos los estudios previos, había quedado casi esfumada por estar expuesta a las ventiscas y a las heladas, que vinieron a dejarlo casi en puros síntomas, que permitían simplemente adivinar que allí había habido un reloj de sol. La aplicación de sofisticados medios de fotografía con rayos infrarrojos y ultravioleta llevada a cabo, con mano de experta, por la restauradora Paula Sánchez Ablanedo, con el asesoramiento del experto en gnomónica Francisco Javier Llera, ha permitido a la parroquia de Lugás recuperar una señal hermosa de su pasado de fe, el litúrgico reloj de sol, que el paso del tiempo había hecho casi desparecer. La resucitación de ese exactísimo reloj de sol, el de mayores dimensiones de los 160 censados en Asturias, ha permitido no sólo volver a reviviscencia a fray Hilarión de Ugaldea, hecho presente, hasta en la fecha, con que puso fin a su obra (11 de enero de 1822).
Hoy todo invita a seguir recuperando elementos de un pasado de fe del santuario. Han sido ya el polvorín, el oratorio de ánimas, el altar sacramental, la hospedería de peregrinos, el monumento de Jueves Santo, que ennoblecieron el santuario de Lugás, cual serán los cuatro evangelistas y cuatro profetas, que, desde sus pinturas, hoy encaladas, dignificarán la bóveda del crucero de esta románica iglesia, ampliada por los años de 1690, data de la bóveda y de las pinturas, que aguardan su recuperación.
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