Chiringuitos mateínos: historia de un fraude
Año tras año, y ya hemos traspasado el cuarto de siglo, la historia se repite. Las fiestas de San Mateo son para todos los ovetenses y para muchos miles de asturianos un calendario de ocio y diversión esperado y deseado. El invento chiringuitero se remonta a la Alcaldía de Antonio Masip Hidalgo, seguramente el más nefasto alcalde de Oviedo, desde la epoca de Alfonso II hasta la actualidad. En aquel tiempo, 1982, Masip importó la cosa chiringuitera de la mano del entonces dirigente socialista asturiano Felipe Fernández (hoy alto mandatario de Cajastur, que tanto monta), y que, copiando de las fiestas bilbaínas, las importó a la ciudad de Vetusta. Hasta aquí, todo normal.
Lo que realmente ha adquirido desde entonces hasta aquí un pedigrí dictatorial ha sido la adjudicación sectaria y politiquera del asunto. Ojo, nos estamos refiriendo en exclusiva a los chiringuitos adjudicados directamente por el demócrata de toda la vida Antonio Masip a su propio partido político PSOE (chiringuito "La Guinda"), así como no digamos a los otros tres partidos de la izquierda extrema asturiana. Al Partido Comunista (chiringuito "Rincón Cubano"), al Movimiento Comunista de Asturias (chiringuito "Pinón Folixa"), y a la Liga Comunista Revolucionaria (chiringuito "Topu Fartón").
Y es que, supuestamente, tan fraternal adjudicación politiquera sobra decir que ocupando estratégicamente las plazas mejor ubicadas para la venta, tenía por objeto que la recaudación obtenida durante las fiestas fuera destinada a actividades culturales en beneficio de toda la comunidad ovetense. ¿Alguien conoce una sola de estas actividades culturales que haya tenido lugar en el último cuarto de siglo? O lo que es lo mismo, ¿adónde irán los euros? ¿Quiénes son los beneficiarios de las sumas millonarias recaudadas durante las fiestas mateínas?
Mientras, eso sí, sabemos de la más que loable finalidad del resto de chiringuitos, que, relegados a los peores sitios de la fiesta, se afanan todo el año en organizar las fiestas de los barrios de nuestro concejo, en organizar clubes deportivos para la juventud, etcétera. Al tiempo, el resto de los 1.600 establecimientos ovetenses de hostelería lucha denodadamente los 365 días del año para pagar impuestos, contribuciones, terrazas, insonorizaciones, seguros sociales, sueldos y un largo etcétera.
Pues bien, nada de esto, a lo que se ve, parece importarle al equipo de Gabino de Lorenzo, que durante ya casi veinte años ha venido consintiendo este atropello antidemocrático. Lo que reconfirma nuestros argumentos es que ninguno de esos cuatro chiringuitos politiqueros se atreve a exhibir sus siglas políticas en el frontis de sus barracones, no fuera a ser que las reticencias del público asistente dieran al traste con sus recaudaciones millonarias. ¡Ya está bien de fraude!
Desde aquí, y como ovetenses, pedimos claridad y cuentas; que estos chiringuitos sean adjudicados a otras tantas asociaciones culturales, festivas o deportivas de nuestro concejo, y que los chiringuitos politiqueros nos devuelvan a los ovetenses, en especias, si quieren, todo lo que nos deben. Si así se hiciere, que Dios los premie; si no, que San Mateo se lo demande.
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