Los múltiples desafíos del terror
Han muerto decenas de personas en París ametralladas por terroristas. Como desde hace algunos años viene ocurriendo en Oriente Medio. El terror nos iguala. En realidad, es la misma bomba que nos acribilla y a ellos revienta. Occidente y el mundo musulmán estamos metidos hasta las trancas en una charca de odio y fuego, de tal forma que la muerte y el horror (esas decapitaciones en directo para el mundo) parecen no tener fin.
En la noche del 13-N, la siniestra orgía de sangre y fuego en las calles parisinas nos susurró a la oreja que somos mortales: nuestro necio Primer Mundo se estremeció ante el frío gemido del horror en nuestro ventanal, y nuestros refugios a base de certezas se tambalearon ante los soplidos de los lobos de la barbarie. Otra fecha negra en el calendario, otra herida abierta en la maltratada piel de la Vieja Europa.
Nuestros perfiles se llenaron de fondos tricolores hasta que llegue el próximo tema de difusión masiva. Como siempre, las aves carroñeras de distinto signo usan la sangre derramada para hacer demagogia y los actos de homenaje, para captar votos a base de discursos facilones y de lágrimas de cocodrilo. El mundo cambia, pero las miserias humanas, no, sino más bien van en aumento, y con nuestra perseverante desmemoria, en unos días volveremos a nuestra eterna inconsciencia, convencidos de que somos intocables y estamos blindados frente al terror y la muerte.
Ante la increíble situación originada, en principio, la única medida dada por el Gobierno francés la negra noche del aciago viernes fue que nadie saliera de su casa. Todos encerrados. Supongo que algo similar ocurriría cuando las sirenas anunciaban la llegada de la aviación nazi sobre París. Cambian las maneras y algunos actores, pero los efectos de las guerras son siempre los mismos: muerte, consternación y miedo. Estamos como en los siglos XI y XIII: de Cruzadas.
Los europeos, pues, estamos metidos en un buen lío. Poco a poco vamos dejando de ser espectadores del horror para convertirnos de lleno en protagonistas. Aunque sea un poco difícil de creer (repasemos la actualidad en Bélgica), estamos cavando trincheras. El terrorismo no se debilita.
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