La debacle del Real Madrid frente al Barça
El pasado sábado, día 21 de noviembre, cientos de millones de telespectadores de todo el mundo, además de los ochenta y cinco mil que poblaban las gradas del estadio Santiago Bernabeu, fuimos testigos de una estrepitosa derrota deportiva del Real Madrid frente a su eterno rival, el FC Barcelona. Al día siguiente, los medios de comunicación resaltaban la gran victoria del equipo catalán y dejaban al equipo merengue en muy mal lugar. Al entrenador lo culparon de todos los males del equipo, y a su presidente lo acusaron de mal gestor de la entidad. Creo sinceramente que al señor Benítez el Real Madrid le queda demasiado grande, por mucho que don Florentino diga que es un buen entrenador. Aquí es donde está el gran problema de este club, de que quien sobra es precisamente el presidente, que, por cierto, no hay manera de echar, ya que lo tiene todo bien atado. Han cambiado los estatutos para que nadie pueda arrebatarle el puesto ni siquiera en unas elecciones. Pero no voy a referirme a este problema, sí quiero hablar de las exageradas manifestaciones en la prensa del triunfo del Barça, adjudicándoselo al entrenador, Luis Enrique Martínez, asturiano nacido en Gijón. En el campo donde se desarrollaba el partido había varios jugadores del equipo visitante que dejaron su firma y calidad sobre el terreno de juego, hablo de Luis Suárez, Neymar, Iniesta y el portero Bravo. El planteamiento que hizo el entrenador le dio buen resultado, entre otras cosas porque los jugadores del Real Madrid le dieron demasiadas facilidades. Pero hubo un detalle, que fue expuesto en este periódico por un comentarista en la edición del lunes, que es que Luis Enrique no tiene controlado el vestuario al cien por ciento, es decir, que no sólo él da las órdenes. Según iba transcurriendo el partido y los goles entraban en la portería defendida por Navas, había en el banquillo del Barça un jugador, considerado el mejor del mundo, que llevaba casi dos meses inactivo debido a una lesión muscular pero que se había preparado a conciencia para participar en el clásico del año. Creo que no hace falta decir que se trata de Leo Messi. Cuando Iniesta mandó a la red el tercer gol, el argentino salió a calentar sin previa orden del entrenador y varios minutos más tarde se acercó al banquillo y le pidió al míster que quitase a un jugador de campo porque iba a entrar él al terreno de juego. Una vez incorporado, tomó el mando de las operaciones sobre el terreno de juego y, para redondear la faena, el entrenador blaugrana sustituyó al capitán, A. Iniesta, para que éste le entregase el brazalete de capitán y así se completaba el traspaso de poderes, para que con la victoria asegurada se colgase las medallas el jugador argentino. Esto pequeños detalles pueden aumentar de tamaño si la estrella argentina sigue manejando a su antojo cuándo y dónde debe jugar cada partido y el tiempo de su participación en el mismo. Luego dicen que Cristiano Ronaldo tiene demasiado protagonismo, cuando este jugador ya tiene más partidos jugados en las tres competiciones de esta temporada que su rival Messi. La baja forma del portugués en el campo se debe a la poca colaboración de sus compañeros en las labores de ataque, solamente hay uno, Jessé, que cuando está en el partido sí le pasa balones, que muchos se convierten en gol.
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