De sentimientos necrológicos
Me había propuesto no escribir cartas o artículos necrológicos, ya que después me dejan en la intimidad inevitables nostalgias, mas veo que tal intento no me es posible, ya que mis humanas sensibilidades no lo pueden evitar, para olvidar. Y se da ahora el caso, el consecutivo fallecimiento de buenas personas y amigos que ocupan en mi corazón un lugar muy especial; pero no voy a referirme a ellos de manera íntima o biográfica, ya que otros en los medios de comunicación, categóricamente y de manera magistral a la sociedad han dado a conocer. Valga de ejemplo, en principio, el óbito de un gran poeta, orgullo de Boal, que el pasado 24 de octubre, a los 92 años, nada menos, se “ausentara” de Madrid y a quien tuve la feliz dicha de conocer en la capital de las Asturias, cuando en 1995 le fuera concedido el premio “Príncipe de Asturias” de las Letras, veinte años ha... Nunca podría olvidar nuestro primer encuentro tan cordial y de buen humor que con su franca sonrisa transmitía él, cuando en el RIDEA nos ilustrara eruditamente hablándonos de “La poesía y los esperpentos”, presidiendo la conferencia los inolvidables Francisco Tuero Bertrand (presidente) y José María Martínez Cachero, catedrático siempre total. Al término de la amena y ejemplar exposición, con los respetos debidos, algo nervioso, que nunca olvidaré, públicamente le preguntara servidor: “Si en las célebres generaciones del 98 y 27, etcétera, no cabría el nombre del nicaragüense Rubén Darío". Contestando de inmediato: “Oíd, a Rubén Darío, siempre lo he tenido en un altar”. Descanse en paz el siempre amado de su esposa Ruth.
Siguiendo después, el otro fraternal Barón de Grado, Martín González del Valle y Herrero, al que recientemente la célebre Tertulia L'Alderique, por el “gran” César Álvarez inspirada desde su nacimiento y prestigiosa formación, le ofreciera en Las Pelayas una misa para siempre recordación, en que las monjitas deleitaron los oídos con un cancionero a todas luces celestial, y al que las más sobresalientes plumas le dedicaron, como un unido aplauso, al Barón, ciudadana y espiritualmente ejemplar. Como recientemente la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, acaba de rematar, como “ovetense ejerciente y memorioso” para siempre recordar, bien que lo sabe también su amada catedral...
Continuando, vaya tristeza, muy de mañana, una esquela de LA NUEVA ESPAÑA (05-11-15), inesperadamente, que nos hace abrir más los ojos, al leer del querido matancero cubano-lavianés, también su defunción. Amigo de tantos años, Efraín Canella Gutiérrez, a quien por causalidad hace como un mes encontré en el HUCA y sin manifestarme ninguna enfermedad, quedando más bien para tomarnos un “vinito” como lo solíamos muchas veces hacer, y recordar cuando en 1988 conmemoramos la primera estancia de Rubén en San Juan de la Arena, paradisiaco lugar, y donde como maestro de ceremonia, cada vez que hablaba la concurrencia no paraba de aplaudir. Conservo su maravilloso libro de poesías “Aves de Paso” que en el año 2004 con esta dedicatoria me obsequió: “Abogado, son suspiros de un corazón desolado que busca en la poesía consuelo al destierro amargo, y que no hallará reposo más que en el rincón gallardo, donde vio la luz del día bajo el pabellón cubano...”. “Heradio, Paz y Prosperidad. Sinceramente. Efraín”. Todavía me he quedado sin voz, y para rematar, otra sorpresa, cruel, vimos en LA NUEVA ESPAÑA la esquela mortuoria de otro gran amigo, Roberto Trelles, con quien también había quedado para en Soto del Barco, a orillas del Nalón, como otras veces, brindar por el recuerdo del Panida universal, pues era un enamorado de Rubén... Por medio de una hija supe de su desgracia, la cruel enfermedad, un cáncer, que tan de “moda” en el mundo está. Espero en otra ocasión dedicarte un recuerdo más. Descansa en paz.
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