Relevo pastoral en Grullos
Las despedidas suelen ser siempre duras, aunque tengan recompensas muy gratas siempre el pasado despierta heridas, el presente nos llena de tristeza y el futuro está por venir.
Don Luis Fueyo Fueyo, párroco de Grullos, se nos ha jubilado después de sesenta y cuatro años y medio al servicio de esta parroquia y otras que atendió antes, en el concejo de Candamo. Fue toda una vida de entrega, de desvelos, por hacer todo el bien posible a toda esa comarca que para él fue el gran pueblo que lo recibió con los brazos abiertos. Un pueblo sano y bueno, de gente extraordinaria, encantadora, al que vino lleno de juventud y de sentimientos para compartir con nosotros las alegrías y las penas; bien podemos decir que D. Luis se encarnó haciéndose muy semejante a cuantos con él supieron vivir y compartir las ilusiones y esperanzas. Muchos desde la niñez y juventud supieron ir creciendo y haciéndose mayores con un bagaje de encantos que llenan el corazón que el buen Dios supo adornar en D. Luis.
¡Cuántos bautizos, primeras comuniones, bodas, sonrisas y tratos, en estas décadas que llenaron su corazón de auténtica y verdadera felicidad!
Gracias, queridos candaminos, fuimos para él la larga ocupación de su vida. El fue el gran pastor que semejándose al que es Pastor Bueno dio la vida por nosotros.
La gratitud tiene un precio, son las lágrimas que en más de una ocasión han sido derramadas por él, sobre todo en estos últimos tiempos en que la salud ha minado a aquel sacerdote ágil, sonriente y bueno.
Una suerte tenerlo como un miembro más de nuestras familias, pues fue un padre para todos.
Si el Sr. Arzobispo D. Jesús nos otorgó el merecido descanso para él, no se quedó corto al enviarnos a otro sacerdote extraordinario, D. Alfredo, al que esperamos complacer, ayudar y servir en todo momento. D. Alfredo, conocido y estimado por todos, nos vino como anillo al dedo. Para sustituir a D. Luis creo que es el mejor. Compañeros infatigables, vocacionados en los quehaceres pastorales y muy afines ambos a esta feligresía maravillosa.
Nos cabe el honor, y yo presumo de conocerlos, de contar con la presencia del bueno de D. Luis, aunque ajeno ya a la responsabilidad, y de D. Alfredo, a partir de ahora, para seguir todos por el camino de quien es Verdad y Vida.
D. Luis, un abrazo fuerte en nombre de esta feligresía, que Dios le premie todos sus esfuerzos mientras el Señor le conserve entre nosotros. Que con generosidad podamos tratar a D. Alfredo como usted nos ha enseñado en su convivir con todos y cada uno de nosotros.
José Francisco González Fernández
Grullos-Candamo
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