Estupendo
(A propósito del artículo de Pepe Monteserín publicado en LA NUEVA ESPAÑA el 30 de noviembre de 2015).
No puedo estar más en desacuerdo con la opinión de Pepe Monteserín en su crítica a Francisco Nieva por calificar a Carlos Bousoño de muy cariñoso y buena persona. Citando al periodista: el artista ante un tribunal es un loco escéptico destructivo, rival del mundo. En otra de sus perlas comenta que calificar a un artista de buena persona le degrada. ¿Le degrada? La imagen del artista como alguien fuera del status quo que reivindica mejoras y que no acepta lo impuesto por la mayoría es entendible, hasta recomendable, porque todas las sociedades necesitan críticos, artistas y creadores que las sacudan de su pasividad. Pero sin pasarse, por favor. Esa imagen del artista como persona destructiva y subversiva es un estereotipo como cualquier otro. Quizá Monteserín cree que para ser un genio de verdad hay que crear desde la ira y el rechazo. Yo siempre les digo a mis alumnos que lo importante no es ser un as de la física cuántica, ni hablar cinco idiomas, sino ser una buena persona. A lo mejor estoy anticuada y debería decirles que lo prioritario es despertar la conciencia a base de palos y que lo importante no es que hablen de tu bondad en tu funeral, sino de tu afán creativo sin límites. Se me ocurren ahora algunos locos escépticos destructivos como Picasso, que trató a sus varias mujeres como si fueran muebles, o Rodin, que encerró a Camille Claudel en un manicomio con la ayuda de su genial hermano, el poeta Paul Claudel. O Baudelaire y su manía de contagiar a sus novias la sífilis. Todos ellos fueron grandes artistas, pero personas que dejaron bastante que desear en sus relaciones con sus más cercanos.
A mí, personalmente, me gusta Francisco Nieva y todo lo que aportó al teatro en España y también me agrada que hable bien de Bousoño y le reconozca su bondad.
Personalmente, si pudiera escoger epitafio, elegiría el de buena persona.
En fin.
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