¿Una ciudad para el peatón?
En un solo paseo por la ciudad se ve que Gijón es una ciudad para los perros y no para los peatones. Acabo de llegar de dar uno de mis paseos, recorriendo un tramo de la vía verde, tres parques, un paso subterráneo y aceras, encontrándome siempre lo mismo, perros sueltos o con correas extensibles e incluso con personas con dos perros, uno con correa extensible y el otro, suelto. Sí es cierto que pasé por zonas donde se permiten los perros sueltos, no hablo de esas zonas, hablo del parque de Moreda, en el cual hay dos zonas de perros sueltos, casualmente donde menos hay; sin embargo, en la zona infantil del parque es donde más hay. En la ruta hay pasos obligados donde has de ir esquivando las heces de los animales, paso subterráneo. En la vía verde encontré perros sueltos, incluso el dueño caminando por la izquierda y su perro por la derecha, unidos por su correa. Calles en las cuales no son sólo las heces en la acera, sino que además el olor a orín tras unos días sin llover es fortísimo, incluso por una calle en la que llueva o no llueva siempre huele así.
Con estos ejemplos, justifico el que Gijón no es una ciudad para el peatón, sino para el perro.
La forma fácil de atacarme será que no tengo sensibilidad por los perros, o que si soy esto o lo otro, pero no es así, yo no me opongo a que la gente ejerza su derecho a tener animales de compañía, pero lo mismo que ellos tienen su derecho a tenerlos yo también tengo mis derechos y son que no tengo por qué andar esquivando las heces por las calles, no tengo por qué aguantar el olor ni pisar las micciones de sus animales, ni en mi portal ni en la calle, ni en los bancos y demás mobiliario urbano, ni en el prado del parque. Tengo derecho a pasear sin que su animal se acerque a olerme, jugar o a morderme; tengo derecho a caminar por la acera sin que dueño y animal la ocupen entera; tengo derecho a estar en una cafetería sin tener que tener a su animal mirando lo que tomo e intentando darme pena para ver si le doy algo o sin tener que tenerlo entre mis piernas comiendo las migas del suelo; tengo derecho a todas esas cosas y más. Esto no implica que les quite el derecho a tener mascota, pero sí a que la tengan respetando mis derechos y las normas de convivencia que marca este Ayuntamiento.
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