¡Dejadme en paz con mis sueños!
No sé si vendrías, si te pidiera que vengas. Te hablo de volver a los alados andares de la adolescencia por calles largas y extensas en idas y más idas y vueltas con tu alzada e imprudente grupa, tu fuerza, tu juventud. Regresar a los veranos de arena y tardes interminables sin clases y sin horarios, a los atolondrados y escandalosos tranvías, al que fue nuestro lugar, que los dos nos sorprendimos de aquello que nos pasó cuando fuimos a aquel sitio, un olmo joven y un río, pero quisimos volver una, otra y otra vez para decirnos en verso fuertes pecados, desordenados, en rima libre, y hasta llevabas una manta que aún sigo conservando en un rincón de la casa, escondida entre más cosas. Solo de tarde en tarde me acuesto y me envuelvo en ella si me veo vulnerable. ¿La ciudad? Es más o menos la misma, como la conociste, hay más casas y más gente y hasta las playas son más, la rodeo en mis paseos y la observo en la distancia desde algún alto que encuentre, a veces penetro en ella pero aún traspasada la puerta no acabo de verme dentro, parece que sigo fuera, y son calles que conozco, las mismas plazas de siempre y siempre he seguido aquí y caminando entre ellas busco los rostros de entonces pero ya no los encuentro ni ellos me encuentran a mí; las pieles de nuestras caras, descolgadas, han soltado las amarras y se han ido monte abajo como aludes desplomados y ahora somos diferentes; ahora los que están dentro son ellos, que llegan, gritan, te empujan y caminan y no necesitan suelo; ahora son ellos, son ellas, los que llevan pies con alas y van con la grupa alzada.
Si mi sitio se extinguió habiendo seguido aquí, los que después de una vida ausentes regresan a recuperar el suyo en esos viajes de reencuentros adornados de añoranzas, corriendo por los desiertos hacia oasis de mentira que no existen ni han existido nunca, al llegar lo que se encuentran es un Tribunal de Cuentas.
–Si es que voy a ser juzgado no midáis solo mis logros y estimad mis anhelos primeros, que si salí de casa fue para alzar el vuelo pero quedé andando errante, sin despegarme del suelo, entre la bruma y las cuestas que he ido padeciendo igual al subir, por el esfuerzo, que al bajar, por lo incierto, sintiéndome inadvertido, no siendo visto por nadie, y ahora que he vuelto y sigo igual de perdido daros la vuelta y miradme y no dejéis nunca, por Dios, de mirarme.
Subtítulo: Los pasos que marca el tiempo
Destacado: Si te pido que vengas no es para engañar al tiempo, es un juego contra el viento y lo hago para engañarme a mí, por no dejarme llevar; tu tiempo está donde has elegido estar y el mío lo doy por perdido
–Intentas decirnos algo pero hablas como los de fuera y no entendemos tu lengua, se ve que eres forastero.
–Este olor que hay a pan y estos aires de mar son también míos, yo he sido niño aquí y sigo siendo el que fui, igual de niño que antes, cuando justo ahí al lado cada mañana nos juntábamos y ya a media tarde, ciegos de juego y sudor, nos soltábamos a galope largo hasta la fuente alta, la de la roca abierta que mana eterna, a beber y beber y saciarnos antes de hundir las cabezas bajo los chorros de agua y recibir una descarga helada que nos atravesaba las entrañas desde la nuca a los pies, y todo sucedía en medio de un poderoso griterío que necesitado de espacio rasgaba y rebasaba los límites de la propia vida, y una de aquellas voces, ¡escuchadme bien!, era mía.
Que no te entienden, vaquero, no te esfuerces, qué más da que les expliques que has sido viajero dos veces para acabar siendo, dos veces también, extranjero. Haber sacado solo ida.
Los recuerdos cuando nacen lo hacen para ser eternos y se alimentan de sueños y deben seguir donde están, sin distancia no hay nostalgia, si te acercas a mirar te estás alejando más y si te obstinas en tocarlos mejor amputa tus manos y desistirás del empeño, y es que en las distancias cortas hasta el amor que más aguanta dura lo que dura un cuento, y se gira y te da la espalda y sin mirarte se va a desandar el camino y el amor se vuelve nada y te quedas ¿solo?, ¡dejadme en paz con mis sueños, que no estoy solo, solo estáis vosotros que os necesitáis unos a otros!
Lo que ha sido ya lo ha sido, los pasos los marca el tiempo, que nunca camina dando pasos hacia atrás, y si te pido que vengas no es para engañar al tiempo, es un juego contra el viento y lo hago para engañarme a mí, por no dejarme llevar. Tu tiempo está donde has elegido estar y el mío lo doy por perdido, se ha quedado en la estación de los trenes por salir, he dejado las maletas y lo que en ellas había y me he marchado de allí, pero hasta ahora no me ha ido mal y lo que aún falta se verá, que a mí el sabor no me confunde y de sobra sé que por muy grato y largo que sea el trago lo amargo solo aparece al terminar de tragar; y ni sé dónde te encuentras, será lejos, tampoco te sentía cerca estando aquí y me temo que no recuerdas nada de lo que estoy diciendo, así que me salgo fuera y camino y miro. Las olas son las de entonces, las mareas, las gaviotas, el horizonte, el mar... y aparte de esto no hay más; aquel olmo ya es mayor, ayer he estado allí sentado a la orilla del río con los pies dentro del agua, pero no recuerdo en qué pensaba, tampoco sé si pensé ni cómo ni por qué caminos llegué después a mi casa.
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