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No los entiendo, señora Moriyón

7 de Diciembre del 2015 - Carlos Moreno García (Gijón)

De verdad, señora alcaldesa, no los entiendo a ustedes, las personas de Foro que conforman el equipo de gobierno de Gijón. Permítame que me explique. Allá por marzo del 2014 este mismo diario tuvo a bien publicarme una carta al director titulada "El mamotreto". En ella comenzaba criticando esa construcción a base de botellas situada en el muelle, en las inmediaciones de la plaza del Marqués, la cual me sigue pareciendo igual de horrenda, pero no sólo por su estética, sino por su coste: entre 30 y 35 mil euros según se dijo en los medios. Y mientras este ayuntamiento, a través de EMULSA, hacía este a todas luces innecesario gasto para los fines buscados, brillaban por su ausencia las actuaciones en el barrio de Cimavilla, citando en mi escrito unos cuantos ejemplos de deterioro. No parece que tal escrito les afectara mucho a ustedes, desde luego.

Pasó todo un año, llegó marzo del 2015, llegó casi junio, y ni un milímetro cambió la situación en Cimavilla, todo siguió exactamente igual: el alumbrado, los adoquines, hasta las numerosas pintadas que "adornan" nuestro barrio, en propiedades particulares y en monumentos públicos.

Fue solamente en el mes de mayo (con la mayoría de la gente juzgando que se trataba de una medida de última hora con vistas a obtener réditos electorales) cuando ustedes, el equipo forista de gobierno, se pusieron ¡por fin! en marcha para remediar la situación, o al menos eso creíamos los vecinos. Bueno, esto es para sacar votos, pero más vale eso que nada, pensamos. Además, si ese era el caso la cosa era tan evidente que a nadie con dedos de frente le cambiaría su sentido del voto.

Pues no, señora Moriyón, la cosa no era tan fácil. Llegó el día de la votación y todo lo emprendido seguía empantanado. Nada de extrañar viendo la mecánica de trabajo de aquella primera cuadrilla de obreros, a veces tres y a veces cuatro, de los cuales era raro ver a más de uno trabajando a la vez mientras los demás "vigilaban", "supervisaban" o "estaban preparados para". Un espectáculo lamentable el de aquellos operarios a los que personalmente pude escuchar el comentario de "no sé qué esperan que hagamos cuatro jardineros". Si quiere le digo el nombre de la empresa, aunque usted tendrá medios sobrados para saberlo.

La primera chapuza, de cálculo político, es que la obra no estuvo lista antes del día de las votaciones. Pero prefiero extenderme en el aspecto técnico del trabajo realizado. Después de limpiar de musgo las espaciosas ranuras entre adoquines (según tengo entendido, de una de ellas incluso salió un japonés gritando ¡banzai!) procedieron a verter una pasta mezcla de más arena que cemento. Otra cosa fue eliminar el pavimento de adoquines en el lugar que ocupaban sendos pasos de cebra, junto a la puerta del colegio Honesto Batalón y el que comunicaba la acera de la barandilla con el portal nº 10 de la Subida al Cerro. Éste último no vamos a decir que no sea utilizado en absoluto, así que está bien arreglarlo si la obra es integral para toda la zona, pero no, dejaron intacto el de la acera que todo el mundo utiliza, la que recorre el tramo desde la esquina de la calle Batería hasta la correspondiente a Honesto Batalón. Si no se van a cambiar todos los pasos cebra, al menos priorizar los más usados, ¿no? Pues no, así quedó. A todo esto, el que sí cambiaron posee un rebaje en el bordillo de la acera del paseo, pero en el otro extremo quedó sin él, cuando lo racional era colocar otro similar. La siguiente fase consistió en hacer un despliegue de obra en otro paso cebra, el situado junto a la confitería. Los operarios levantaron los adoquines, depositaron materiales de obra y desaparecieron. Y así quedó la situación hasta unos 10-15 días después de celebradas las votaciones. Desde luego, si lo que se pretendía era sacar réditos electorales, peor no se pudo hacer.

Pasado cierto tiempo apareció otra cuadrilla de obreros diferente. Sacaron latas de pintura y sus trastos y se dedicaron a repintar todas las líneas amarillas y azules que marcan la zona de ORA.

Pasado otro tiempo más, un buen día aparece la tercera cuadrilla de obreros, de una empresa diferente a la primera por su indumentaria de trabajo. Que por cierto, andaban más espabilados que los primeros. Rápidamente terminaron el paso cebra empantanado junto a la confitería, pero también rellenaron con pasta los numerosos lugares del adoquinado donde tal cosa no se había hecho por la primera cuadrilla. Claro, vertiendo esa pasta por sobre todo el pavimento, incluidas las rayas de la ORA recién pintadas. Lo siguiente fue pasar una máquina que suavizaba las irregularidades de los adoquines, produciendo un firme algo más liso. Y a continuación esa máquina al parecer se les averió. En su lugar emplean unos pequeños martillos neumáticos con los que retocan manualmente los adoquines de uno en uno.

En este punto, de las rayas amarillas y azules apenas queda huella. Pero no hay problema, porque aparece la cuarta cuadrilla de obreros con sendas latas de pintura. Y en esas estamos.

Dígame, señora Moriyón, honestamente, ¿a usted le parece racional todo esto? Ahora permítame volver a aquella carta al director inicial, en la que yo criticaba el dispendio de 35000 euros mientras no se hacía mantenimiento urbano en las inmediaciones. Pues bien, vuelven ustedes a reincidir. No llegaron a consumar el proyecto, al menos por el momento, dadas las pegas puestas por el Principado, pero ustedes ya tenían pensado invertir otros 45000 euros en decorar ciertas paredes con murales artísticos, lo cual estaría muy bien si hubiera dinero para todo, pero como no es el caso, vuelve a fallarles la perspectiva de las prioridades. En este caso, según apareció en los medios, contaban ustedes con el beneplácito de los vecinos, valga decir la Asociación de Vecinos del barrio, pues varios de cuyos dirigentes aparecían en las fotos de la noticia. Pues vayan sabiendo que muchos otros vecinos no estamos conformes con esas prioridades, aunque nadie nos pregunte, ni la Corporación ni la Asociación.

Y claro, todo lo relatado es sobre el entorno inmediato del que suscribe, pero no hace mucho quedaban patentes en los medios el descontento y malestar de la generalidad de los vecinos de la ciudad. Es lo que tiene el carecer de democracia participativa. De verdad, señora Moriyón, tiene usted hasta cara de buena persona, pero un ayuntamiento no lo hace un solo individuo. A usted le falla el equipo y/o los mecanismos de comunicación. Ponga usted los medios para escuchar a la población o seguirán dando esa penosa sensación de autismo.

Carlos Moreno García

Gijón

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