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La mujer en el medio rural

8 de Diciembre del 2015 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Es un ejemplo de honradez, trabajo y sacrificio porque, además de los hijos, el peso del hogar y todo cuanto éste supone, también atiende el ganado y participa en las labores de labranza y sembrados. Sí, su trabajo no puede ser más múltiple y sacrificado, ni tan poco valorado y reconocido. Uno, en su larga vida montañera, lo ha podido ver y comprobar por toda la aldea asturiana, tan querida y entrañable. Esta gran mujer del medio rural es un ejemplo, ciertamente, de trabajo y sacrificio, para la que no hay fiestas ni domingos, sólo trabajo y brega desde la mañana a la noche. Muchas son las veces que uno ha visto a la mujer del medio rural estar catando la vaca, sallar patatas o semar maíz, teniendo a su lado y cuidando al mismo tiempo a un rapacín o dos. Maternidad y trabajo, dura esclavitud que ella ha llevado siempre resignada, sin lamento ni queja alguna, diría que hasta con entusiasmo, porque la mujer de la aldea es así, un verdadero ejemplo en todos los sentidos.

Sí, muchas mujeres he conocido por esa agreste, profunda y hermosa Asturias rural, y vamos a tratar de recordar a algunas de ellas, como la tía Jeroma, de La Frecha, Lena, madre de Pepe, un buen amigo. También en Lena Cilia, madre de Manoli, otro buen amigo, de Armada; Elisa, en El Campo, valle del Hüerna; María, en Riospaso, y la hija de aquel gran paisano que fue Ramón Delgado, de Tuiza de Arriba. En Quirós, Zulima, hija de Máximo, de Salcedo; Carmen, en Llanuces; Josefa, en Cortes; Luisa, en Bárcena. En Picos de Europa, Salomé, en Sotres; Teresa, en Bulnes; y en Poncebos, Sara, "madre de los montañeros", extraordinaria y caritativa mujer, en cuya casa éramos acogidos y recibidos con el mayor cariño, sobre todo cuando uno lo hacía zurrado, cansado o lesionado; entonces ella se desbordaba en atenciones y cuidados. La buenaza de la tía Sara, siempre estará viva en nuestro recuerdo.

Concluimos esta grata y obligada recordación de la mujer en el medio rural asturiano en Aller, en Felechosa, querido y acogedor pueblín que, además de "parada y fonda", es parte integrante del puerto de San Isidro, de su estación invernal, sus montañas, sus mayaos, todo cuanto forma y representa su belleza, encanto y tipismo, de los que la madre naturaleza ha sido tan pródiga allí. En Felechosa, pues, Sabina, mujer de Manolín, y Rosaura, la de Plácido; en Conforcos, Teresa y Celesta; en Santibáñez de Murias, Teresa Argüelles. Y en Murias, Salustiana, madre de Carlitos, que fue una figura de la canción asturiana. En Cuérigo, finalmente, Edelmira Fernández, madre del misionero Juan Alonso, martirizado y asesinado en Quiche, Guatemala.

Obligado se hacía el recordar también aquí a la mujer del medio rural, que ella prestigia y enriquece y, al igual que el hombre, el paisano, es forjadora de su tipismo, encanto e historia.

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