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Irán, Israel y la vara de medir

6 de Octubre del 2009 - J. Jesús J. Suárez González (Gijón)

Hace ya tiempo que venimos asistiendo, en Occidente, a una campaña de propaganda contra el régimen iraní y, en concreto, contra el programa nuclear que impulsa el gobierno de Ahmadineyad. Si bien es cierto que Irán ha progresado mucho en este campo, hasta el punto de poder enriquecer uranio con un alto grado de pureza para poder ser usado como combustible de centrales nucleares y que está a un paso de poder obtener el material necesario para la construcción de ojivas atómicas, ni de lejos es todavía una potencia militar nuclear, es mas, no posee ningún armamento atómico, aunque sí empieza a poner nerviosos a los que, hasta ahora, han gozado de patente de corso. En efecto, Israel se ha permitido atacar a sus países vecinos y masacrar a los palestinos cuando le ha venido en gana, sabedor de que una respuesta convencional demoledora del conjunto de países árabes e islámicos se toparía con su fuerza nuclear que, no lo duden, emplearían si se vieran abocados a la derrota. Con la coartada del Holocausto, el régimen sionista emprendió un programa nuclear secreto con la inestimable ayuda de Francia, que aportó la tecnología, y la vista gorda de EE UU. Mientras algunos hipócritas se escandalizan porque Irán adquiere baterías antiaéreas rusas S-300, evidentemente defensivas, o ponen el grito en el cielo por las pruebas de cohetes de media distancia del ejército persa, callan ante el arsenal atómico de Israel y sus misiles estratégicos. Como no es muy conocido por el secretismo a ultranza de los sionistas y la falta de interés de los gobiernos occidentales, vamos a aportar algunos datos. Israel dispone de un arsenal nuclear estimado en unas trescientas cabezas de mediana potencia (algunas bastante mas destructivas de las que asolaron Hiroshima y Nagasaki) con vectores tácticos y estratégicos. La fuerza nuclear táctica utiliza principalmente los cazabombarderos de fabricación norteamericana F-15 y cohetería de corto y medio alcance, como los misiles Jericó II (Shavit). Pero Israel es el único país del mundo, si exceptuamos los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (India y Pakistán no la tienen) que posee capacidad estratégica, pues dispone de los misiles ICBM de largo alcance Jericó III que pueden golpear a distancias de más de 11.000 kilómetros (rango intercontinental) y de la cohetería basada en sus submarinos de procedencia alemana clase Dolphin. En estos modernos submarinos, de propulsión Diesel/eléctrica, Israel ha instalado los misiles SLBM de fabricación propia Popeye turbo, este cohete de crucero puede transportar una cabeza nuclear de 200 Kg, a 1.550 kilómetros de distancia. Los submarinos Dolphin, además de torpedos y minas, también están equipados con misiles Sub Harpoon Block 1C, lo que les hace temibles para todo tipo de naves. No es la primera vez que estos submarinos navegan sigilosos por el Golfo Pérsico y el Océano Indico, lo que ha obligado a Rusia a desplegar dos sumergibles de ataque en esas aguas para prevenir un golpe nuclear a sus aliados asiáticos. Es decir, Israel, además de un ejército de fuerzas convencionales formidable, dispone de un arsenal nuclear capaz, llegado el caso, de amenazar la soberanía de muchos países, no solo los de su entorno. La responsabilidad de que esto sea así no solo está en los dirigentes sionistas, también en los países occidentales, principalmente Francia Alemania y EE UU, pero también en todos los que utilizan una vara de medir de muy distinto tamaño para Israel, aunque utilice armas químicas contra la población civil indefensa de Líbano y los palestinos de Gaza, o Irán, que no ha atacado a ningún otro país ni, al menos de momento, posee armamento nuclear. Pero, en fin, ya sabemos que al presidente Obama le ha pagado la campaña electoral el lobby judío.

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