Izquierda retorcida
Parece inconcebible que, después de más de 76 años de terminar la Guerra Civil española, de tan tristes recuerdos para todos aquellos que la vivieron, militando en uno u otro bando, o que padecieron sus terribles consecuencias sin haber empuñado las armas, y que sólo debería permanecer en el recuerdo como ejemplo de algo que jamás debería volver a repetirse, todavía, al día de hoy, haya organizaciones políticas que pretendan perpetuar el odio que debería haber quedado enterrado con el advenimiento de la democracia que consagró nuestra Constitución de 1978. La última ocurrencia de IU (Izquierda Unida), a la que le iría mejor la denominación de IR (Izquierda Retorcida), de proponer el cambio de nombre a la plaza de la Gesta de Oviedo, para pasar a denominarse plaza de Mandela, denota el interés de esta formación por mantenerse en el candelero a cualquier precio, sin reparar ni en formas ni en fondos. No se puede tratar de sostenerse toda la vida en política fomentando el odio y el resentimiento. Nada que objetar del político sudafricano, que fue un ejemplo de tesón y lucha por las libertades, pero tratar de remover un nombre que debería permanecer como símbolo de aquel desastre con el único interés de mantener viva la polémica, esperando obtener algún rédito a cambio, me parece miserable y mezquino. Puestos a ello, ¿por qué no proponen que pase a denominarse plaza de Paracuellos del Jarama? Dado que cada uno cuenta la historia como le conviene, no como ha sucedido, también podrían considerar el asesinato de más de dos mil personas inocentes como otra gesta.
Si el Rey, en su discurso de entrega de los premios "Princesa de Asturias", dijo que nadie levante muros con los sentimientos, lo que está haciendo esta organización es la competencia a la Muralla china. Así se explica que, año tras año, elección tras elección, vayan perdiendo apoyo popular con una proyección que, a medio plazo, les podría dejar como fuerza extraparlamentaria. A este paso, van a tener que rescatar de nuevo a Julio Anguita, que, al menos, aportaría algo de sentido común a una organización que, día a día, está perdiendo el norte.
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