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Líbranos del mal

20 de Diciembre del 2015 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Líbranos del burócrata que teje su telaraña forzándonos al uso de nuevas tecnologías y nos sumerge en un tipo de aislamiento muy real mientras se destruyen empleos en el sector servicios. No permitas que siga tejiendo esa red de móviles sin oficinas: servicios sin personas reales que nos atiendan. No permitas que siga creyendo que somos solamente tontos útiles a su servicio, cuando debe ser él quien nos sirva. No dejes que nos siga convenciendo de que todo es por nuestro bien y revalorización social, porque las empresas de servicios deben tener personal cercano para atendernos y, si mi móvil o teléfono se estropean, poder ir a la oficina del barrio para ser atendido por una persona empleada fija que conozco en ella; ella, sí, bien provista de todas las nuevas tecnologías que se requieren. El día que un quiosco no pueda venderme el periódico mientras parloteo sobre los titulares con la persona que lo atiende, ese día me daré de baja de toda suscripción digital. Tengo la inútil sensación de que vamos perdiendo, de que seguimos perdiendo una y otra vez.

Líbranos del nacionalismo con trampa cultural de otra lengua, concepto utilizado para unir solidariamente a unos contra los otros, marcando así las diferencias; sobre todo, si la desigualdad que se establece es económica y lo es a su favor. Es así como se llega al más puro convencimiento de que el otro no es de los nuestros, sino un perdedor. El nacionalismo da siempre ese sentimiento de superioridad grupal; si no, para qué. Nada tiene que ver con la cultura: la cultura busca la comunicación global y no la incomunicación local. Cuando se quiere comunicar, hasta por señas o con una simple sonrisa, se hace.

Líbranos de la estulticia que nos hunde en lo absurdo sin angustia alguna: algo que ocurre mientras los músicos siguen tocando en cubierta durante el titánico ahogo de la biodiversidad y la amenaza del cambio climático.

Líbranos de perseguir al emprendedor empresario que resuelve problemas y hace generar riqueza, porque la riqueza es algo que siempre se puede llegar a repartir. La dictadura del proletariado olvidó repartir con el proletario mientras el diabólico burócrata prosperaba y ponía muros alrededor para evitar la huida de los que tenía bajo su bota.

Líbranos de las cárceles del espíritu y del cuerpo: haz que canten los pájaros fuera de las jaulas, que los animales retocen fuera del zoo, que los peces naden sin acuario, que las gentes amen la libertad del otro.

Líbranos de la desesperanza por no lograr la común unión de la Humanidad: por no hacer desaparecer la desigualdad y la miseria. Permítenos decidir ser y ser distintos: ser capaces de dar la libertad al otro para que pueda ser lo que quiera ser, sin más condición que la de hacer el bien o de intentarlo.

No nos permitas caer en la tentación de defender límites o fronteras, porque dentro de poco los europeos seremos viejos y los recién nacidos, café con leche.

Líbranos del mal, para que no lo hagamos ni por equivocación, haz que todo sea así para bien de todos. De no serlo, que el arrepentimiento alcance a unos y la paz a todos o, por lo menos, a los otros.

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