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En defensa de la familia

2 de Enero del 2016 - Begoña Álvarez-Gendín Cardona (Oviedo)

Esta carta va dirigida a quienes, como yo, apuestan por la defensa de la familia como primordial célula de la sociedad, la libertad religiosa, la unidad de España, la posibilidad de educar a nuestros hijos en estos valores y, por encima de todo ello, la defensa de vida desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural, como primer derecho de la persona, fundamento de todos los demás.

En concreto, para aquellos que profesan la fe católica, me atrevo a recordar que nuestro Dios es un Dios de la vida, de la justicia y de la libertad, el mismo Dios que liberó a los israelitas de la opresión del faraón de Egipto. Egipto tenía que desaparecer por llevar implícitas las semillas de la autodestrucción; las semillas, no de la vida, sino de la muerte, proyecto contrario a la voluntad divina.

¡La narración del Éxodo es una gran esperanza para hoy, para el momento actual que nos toca vivir! Nos ayuda a entender nuestra trayectoria cristiana también como el camino de un grupo oprimido que hoy busca liberarse del dominio de los modernos faraones y que tiene un rostro variopinto: trabajadores en paro, corrupción a todos los niveles, desigualdad, mujeres maltratadas, víctimas del terrorismo, niños asesinados en el vientre de su madre, etcétera. Por eso, especialmente los católicos tenemos no sólo el derecho, sino también el deber de contribuir, con todos los medios a nuestro alcance, y particularmente en este momento, con nuestro voto a alcanzar una sociedad basada en los valores por los que Cristo vino al mundo.

¿Miedo a que si soy fiel a estos principios podrán imponerse males mayores? De acuerdo, sí, es humano, nadie está libre de ello; de hecho, cuando los israelitas, tras haber salido de Egipto, alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos clamaron a Moisés deseando regresar a Egipto y servir al faraón antes que morir en el enfrentamiento; también a ellos se les planteó el tan cacareado "mal menor", pero la respuesta de Moisés a su pueblo fue contundente: "No tengáis miedo; estad firmes y veréis la victoria que el Señor os va a conceder (...)", "el Señor con mano fuerte les sacó de allí", "con mano fuerte nos sacó Dios de Egipto, de la esclavitud". "Los israelitas vieron la mano magnífica de Dios, respetaron al Señor y se fiaron de él", y así fue cómo en el mar Rojo, tras abrir sus aguas y volver a cerrarse, terminaron todos los proyectos antivida y antijusticia.

Nosotros tampoco debemos dejar que el miedo nos acomode, nos haga cobardes y resignados a seguir siendo esclavos de ese mal menor. Contamos con el mejor de los aliados en el camino hacia nuestra moderna liberación, debemos fiarnos de Dios, porque, si no, ¿de qué nos sirve, entonces, nuestra fe? Insisto, "no tengáis miedo", frase que tantas veces aparece en la Biblia por ser garantía de la asistencia y presencia divinas.

Pero tenemos que tener presente que al igual que los israelitas tuvieron que enfrentarse al faraón, a quien Dios endureció aún más su corazón persiguiéndoles después de haberles expulsado de Egipto, y sufrieron después la crudeza del desierto, la inseguridad, los peligros, el hambre y el cansancio, nuestro camino tampoco es sencillo ni corto, ni nuestra victoria, rápida, pero, como ocurrió con el pueblo elegido, cuanto mayor sea el mal al que nos enfrentemos, mayor será la gloria con la que Dios se muestre a quien se fíe de Él y le siga.

Si en el pasado Dios combatió por el pueblo esclavizado y lo liberó, también en el presente puede hacerlo, pero para su combate el Señor se sirve de intermediarios; en su momento fue Moisés, por suerte hoy en día todavía nos ha puesto Dios en nuestro camino nuevos Moisés que se desmarcan del panorama político por defender a capa y espada la vida y el resto de valores que constituyen la voluntad divina. Y aquí tú y yo jugamos un papel fundamental, tenemos una gran responsabilidad, porque la práctica de nuestra fe no termina al salir de la iglesia, sino que debe manifestarse en todos los órdenes de nuestra vida y, por eso, los católicos debemos serlo también en las urnas de modo que jamás, y a pesar de cualquier amenaza política, votemos a partidos políticos que promueven el aborto de distintas maneras, empezando por aquellos que, habiendo tenido la gran oportunidad en sus manos, han mantenido y piensan mantener la ley que, desgraciadamente, hoy se sigue aplicando en España. Resulta duro escucharlo, pero votándoles nos convertimos en cómplices de estas miles de muertes inocentes al año.

¡Seamos valientes, seamos coherentes con nuestra conciencia, demos testimonio de nuestra fe y luego dejemos a Dios actuar, no Le demos la espalda! ¡No tengáis miedo! Como en tantas ocasiones, hemos escuchado a nuestro querido y admirado San Juan Pablo II:

"Pelead por entrar por la puerta estrecha (...)" (Lucas, 13,24).

"Buscad ante todo el reinado de Dios y su justicia, y lo demás os lo darán por añadidura” (Mateo, 6,33)

"En el mundo pasaréis aflicción; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Juan, 16,33)

"Él les dijo: vosotros pasáis por justos ante los hombres, pero Dios los conoce por dentro. Pues lo que los hombres exaltan lo aborrece Dios” (Lucas, 16,15)

"Y les dijo: ¿por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" (Marcos, 4,40)

"Jesús, caminando por el agua, dijo a sus discípulos: 'Animaos, soy yo, no temáis!'" "Pero cuando Pedro sintió el fuerte viento que le amenazaba y tuvo miedo, Jesús le dijo: '¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?'" (Mateo, 14,22)

"Os aseguro que si tuvierais una fe firme (...) diríais a ese monte que se quite de ahí y se tire al mar y lo haría" (Mateo, 21,21)

"Al que me reconozca ante la gente yo lo reconoceré ante mi Padre del cielo. Pero al que me niegue ante la gente, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo" (Mateo, 10.32).

"Quien tenga oídos para oír que escuche" (Lucas, 14,34).

Y yo añado: el que quiera entender, que entienda.

Begoña Álvarez-Gendín Cardona

Oviedo

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