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La imagen de Laura Andrea

30 de Octubre del 2009 - José Manuel Fueyo Méndez (Oviedo)

Como los casos de las hijas de Zapatero y la de Belén Esteban han sido ya suficientemente comentados en los medios, servidor prefiere contarte, paciente lector, el caso de Laura Andrea, a la que seguramente no conoces. Se trata de una adolescente que vive en la república de Ñapaes, un país gobernado por el FPC (Frente Políticamente Correcto). EL FPC es una variada coalición en la que se integran políticos de derechas que se autodenominan de izquierdas, otros políticos de derechas que se autodenominan centristas, un buen porcentaje de periodistas, otros personajes más o menos curiosos a los que llaman pomposamente intelectuales... y profesionales varios de distintas ramas, controlados todos ellos, eso sí, por los de la pela, que no tienen, por otra parte, grandes problemas para mantener todo el desorden de Ñapaes debidamente ordenado a su gusto y para procurar que el FPC gane siempre las elecciones. Cada equis años, para disimular, cambian al cabeza del lista... y a seguir gobernando y engordando sus cuentas. Pero, volvamos a Laura Andrea. Hace días la chica esaba muy ilusionada, porque habían aparecido por su barrio los de la cadena TeleRoures, por un caso de asesinato que se había producido por aquellos pagos, un caso de violencia de género, por utilizar la terminología del FPC, a los que les pone cantidad el recurso al barbarismo. A lo que iba, Laura Andrea había procurado situarse por detrás de los que eran entrevistados, porque quería lucir el modelo gótico que le había regalado la compañera de su mamá. Los del FPC, en vez de mamá, dirían progenitor B, pero un servidor ya es un poco mayor para cambiar ahora de terminología. Por la noche nuestra protagonista, al ver el programa de TeleRoures, se llevó una tremenda decepción, porque, aunque ella aparecía en pantalla hasta tres minutos largos, le habían tapado la cara y no se la distinguía en absoluto. Pasado el cabreo, su madre le explicó que eso de difuminar las caras de los menores en televisión había sido idea de los del FPC y que lo hacían para proteger su imagen. Y como Laura Andrea siempre estuvo un poco falta de cariño, aquello le hizo pensar y agradeció que alguien se preocupase por ella y por su imagen.

La verdad es que la vida de esta quinceañera está resultando bastante azarosa. Incluso cabe decir que vive de milagro, porque, cuando su madre se quedó embarazada, ya tenía tres hijos de un anterior matrimonio y su padre también tenía dos retoños de una coyunda previa, con lo cual decidieron acogerse a la ley despenalizadora del aborto, que habían aprobado los del FPC para proteger la imagen tanto de las embarazadas como de sus criaturas. Además su padre era una leyenda urbana, que, semana tras semana, tenía que viajar a la capital de Ñapaes a ganarse las habichuelas y, según ellos, el peculio no daba para más. La casualidad, por no molestar a los del FPC mentando a la providencia, quiso que a la puerta de la carnicería, una de esas carnicerías a las que los del FPC llaman clínicas, hubiese una manifestación de cristianos, que, después de hablar largo y tendido con su madre, consiguieron convencerla para que el embarazo siguiese su curso. Desde entonces pasaron muchas cosas. Los gobernantes del FPC trabajaron y siguen trabajando sin parar: aprueban leyes cada vez más interesantes e incluso descubrieron algún derecho nuevo para los ciudadanos de Ñapaes. El caso es que, afanados siempre en temas tan trascendentes, descuidaron un poco la cosa del empleo. No es que tenga gran importancia, porque el trabajo es algo completamente secundario y baladí, pero el caso es que el número de parados de Ñapaes fue aumentando hasta rebasar los cuatro millones y el padre de Laura Andrea fue una de las víctimas. Para no contradecir al refranero, que asegura que, cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana, los padres de Laura Andrea se acabaron separando, acogiéndose al divorcio exprés, que los del FPC habían aprobado para proteger la imagen tanto de los cónyuges como de los hijos. Además, las ausencias de lunes a viernes de su padre habían propiciado que su madre se fuese acercando más de la cuenta a una amiga de su infancia y poco después acabó casándose con ella, acogiéndose a la ley del gaymonio (vamos a jugar todos a los barbarismos) que los del FPC habían aprobado para proteger a los homosexuales y a los niños. Así pues, Laura Andrea es ahora una quinceañera de tantas, que pasea lo que queda de su imagen entre la casa de su padre y la de su madre, que viven cada cual son su apaño, lo que enriquece y favorece notablemente la imagen de nuestra protagonista.

Los fines de semana Laura Andrea sale de botellón con su pandilla de colegas. Hace ya unos años a los del FPC se les ocurrió pensar que a los adolescentes y jóvenes de Ñapaes les podría sentar bien la imagen del cerdo y les consintieron tirar por el suelo botellas, vasos, preservativos, jeringuillas y demás desperdicios en los lugares públicos que utilizan en sus noches de ocio. A muchos de ellos les pareció estupenda la idea y la están llevando a la práctica todos los fines de semana y demás fiestas de guardar. Entre trago y trago, Laura Andrea y sus colegas tienen encuentros sexuales -los del FPC, echándole imaginación, utilizan la expresión "hacer el amor"-. Para que no se lo piensen dos veces, los del FPC les facilitan preservativos. Al principio los regalan y después los cobran al cuádruple de su valor, pues no hace falta decirte que el dios de los del FPC es el euro. Por eso ahora, como las gomitas producen menos réditos, prefieren vender la píldora poscoital.

El caso es que la técnica también tiene sus límites: uno de los profilácticos usados por algún colega de Laura Andrea falló y nuestra protagonista quedó embarazada. No se lo comentó a nadie, porque ni siquiera sabe quién es el padre de la criatura: aquello noche había sido muy agitada. Como además, merced a la penúltima ocurrencia que tuvieron los del FPC para proteger la imagen de las adolescentes embarazadas, tampoco necesita el cosentimiento de sus padres, Laura Andrea ha decidido abortar. En estos momentos dirige sus pasos, con lo que le queda de imagen, curiosamente hacia la misma carnicería, perdón clínica, a la que había acudido su madre quince años antes. Por el camino se va acordando del tremendo favor que le hicieron los del FPC, protegiendo su imagen, evitando que la sacasen por la tele, y quiere regalarles algo en señal de agradecimiento. Pero agobiado por sus problemas, de momento no se le ocurre qué regalarles. ¿Podrías darle alguna idea, paciente lector, a Laura Andrea para que les devuelva el favor a los del FPC? Si se te ocurre algo, puedes mandarle un e-mail a esta dirección: laurandrea@victimasdelfpc.es

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