Ser de palabra
En esta vida uno puede comportarse diferente a todos los demás, tener su propia personalidad, principios e ideales extravagantes incluso, y todo ello, no pasa de ahí, simples características desiguales. Pero hay algo en común a todos que debieran ser dogma: ser de palabra
Quien no cumple la palabra dada, dejará mucho que desear en cuanto a confiar en él. Una persona de palabra siempre es alguien importante, alguien que siempre estará en lo más alto de la valoración en estimación personal.
Puede uno incluso después de dar su palabra sentir que no debiera haberla dado, que se precipitó, pero como la dio, el cumplirla es su obligación.
La palabra dada es un compromiso con uno mismo, no con los demás; por eso si falta a ella, solo se estará perjudicando así mismo.
Nuestra palabra, la que damos a otras personas, nos va a definir en cualquier ámbito de actuación.
Por ello, los cargos públicos cuando prometen en campaña electoral y no cumplen o hacen lo contrario como Rajoy en la anterior campaña electoral, ya queda descalificado para confiar en su palabra para siempre. Si dio su palabra y no podía cumplirla, debiera haber dimitido, pero no lo hizo, y ahora se presenta como si nada volviendo a prometer ¡quién te va a creer! solo la candidez y la buena gente puede asimilar semejante engañador de nuevo.
Galeano: «Cumplir la palabra es una fuente de prestigio»
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