La Nueva España » Cartas de los lectores » Violencia generacional

Violencia generacional

27 de Diciembre del 2015 - Roberto Cabal Rubiera (Salinas)

Las 59 muertes por violencia de género en España en 2015 hablan por sí solas de un problema que tiene angustiada a la sociedad y que a través de los distintos cauces por los que es tratado en busca de esa necesaria protección que no acaba de llegar no contiene las cifras, similares en los 4 últimos años, ya que teléfonos de atención, policías, Guardia Civil, partidos políticos, jueces, pulseras electrónicas, órdenes de alejamiento, manifestaciones, concentraciones, etc., son incapaces de cortar ese problema y a lo más que llegan es a conseguir estancarlo. Y hablo sólo de muertes, porque mujeres lesionadas hay muchas: con denuncia más de 27.000 en 2014 y de vez en cuando también aparece algún hombre en las listas, sobre un 9 %.

Cuando una persona actúa con esa violencia, sabiendo lo que le espera en cuanto caiga en manos de la justicia (que suele ser de forma inmediata y a veces se entregan voluntariamente), igual hay que buscar un poco más atrás las causas de ese comportamiento tan agresivo y visceral. En este punto, las interpretaciones pueden ser varias, pero yo me centraría en las siguientes:

Es evidente que los valores por los que debe de regirse una sociedad cuando es premiada si se respetan están en clara decadencia. Aquí citaría la educación, cultura, trabajo digno, vivienda y familia, por recordar los más importantes. Conseguido esto, el individuo se hace más responsable consigo mismo y con los demás, lo cual se traduce en un comportamiento acorde con el estatus que va alcanzado que reconoce su esfuerzo y quiere y disfruta al compartirlo con los suyos, entre los que estará su pareja e hijos. Pero si no los consigue, la frustración y el desencanto pueden aparecer en su vida con esas trágicas consecuencias.

Si empezamos por la familia, principal pilar de cualquier sociedad que se precie, nos encontramos con un distanciamiento, cada vez mayor, entre sus miembros, con escasa capacidad de convocatoria para reunirse en torno a una mesa para comer o cenar, donde todos confíen en todos y compartan expectativas y problemas. Es triste ver que niño/as salen de su casa para los colegios con sus auriculares y móvil, ausentes a todo cuanto les rodea. Adolescentes que en fin de semana se pegan el atracón padre en esos macro y micro botellones que están prohibidos, pero que nadie controla, llegando en ocasiones a casa o a algún servicio de urgencias en unas lamentables condiciones. La falta de respeto al profesorado, denunciado una y mil veces, el fracaso escolar. Algunas universidades, entre las que destacaría la Complutense, hasta hace muy poco, copadas por unos estudiantes -entre los que había más de un destacado político de nueva generación- que campan a sus anchas por sus campus, capaces de boicotear actos oficiales o conferencias, sin el más mínimo rubor, profanar capillas, etc. El alcohol y las drogas, por citar otros factores que degradan al individuo y lo sumen en una espiral de fracaso que sólo puede ser tratada con atenciones médicas y su correspondiente coste a cargo de la Seguridad Social o de las economías familiares.

Llegados a este punto, el hombre o la mujer deambula por su vida sin rumbo, - las madrugadas de los fines de semana dejan ver por las calles muchos juguetes rotos - se sienten fracasados, poco formados y sin ánimo de retornar a la senda de la convivencia y la tolerancia, y no digamos nada al mundo laboral, mostrándose egoístas y agresivos y, en cierta medida, abandonados por esa misma sociedad que se ha gastado unos recursos económicos importantes que no supieron canalizar en tiempo y forma los encargados de evitar esa decadencia. Aquí, hay que citar de forma muy negativa a los partidos políticos. A todos.

Bien, pues en todo ese cóctel creo que hay que buscar ese “cruce de cables” que se puede achacar, bien por comodidad o por defensa jurídica, a un acto reflejo del momento (enajenación mental transitoria), pero cuyas raíces hay que encontrarlas mucho más atrás, a veces en la misma adolescencia, donde se empieza a cultivar esa mala semilla que encuentra la forma de germinar en cada una de las facetas que he citado hasta convertirla en una amenaza cierta, a veces, casi siempre, imposible de predecir.

Entonces, llamemos a las cosas por su nombre y a la “violencia de género “mejor rebautizarla como “violencia generacional”, algo que no supimos atajar a tiempo. A partir de hoy, trabajemos duramente por darle la vuelta a ese oscuro panorama que ensombrece y apaga muchas vidas, demasiadas. Las leyes están muy bien y deben de ser duras y justas, pero antes hay que velar y tutelar al individuo, al ser humano que lleva dentro, hasta conseguir que las respete. Leyes y medios tenemos, pero igual hay que reconducir todo el proceso y hacer de la familia, del trabajo y del esfuerzo individual un santo y seña que quede grabado a fuego en los corazones de todos, desde muy jóvenes. Conseguido esto las estadísticas caerían de forma tan estrepitosa como necesaria.

Cartas

Número de cartas: 46070

Número de cartas en Octubre: 8

Tribunas

Número de tribunas: 2087

Número de tribunas en Octubre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador